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Crónica

En la muerte del Generalísimo Máximo Gómez

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J. Antonio Arnemann MerinoBaní

Baní, 17 de junio de 1947

CUMPLESE un aniversario de la muerte de Máximo Gómez. El intimo dolor que causo el corazón cubano la desaparición del gestor aquí, en la República Dominicana, sinceras manifestaciones de pesar.

El “Listín Diario” de fecha 19 de junio de 1905 publicó los detalles de cómo se había recibido la noticia en la entonces ciudad de Santo Domingo.

El jefe de Estado, Carlos Morales Languasco, el vicepresidente Ramón Cáceres, y otras notables personalidades de aquellos tiempos, así como el pueblo en general, lamentó la muerte del caudillo de la Independencia cubana.

Un día antes de la dolorosa ida del prócer, el 16 de junio de 1905, se recibió en el “Listín” este cable: “La Habana, 16 de junio. El estado del General Máximo Gómez, caudillo que fue del ejercito libertador cubano, es desesperado”.

Y el mencionado diario haciéndose eco de la triste nueva comentaba: “Infausta noticia nos comunica hoy nuestro servicio cablegráfico: la gravedad del esclarecido General Máximo Gómez, el ilustre compatriota que acaudilló en los campos de Cuba las huestes libertadoras de aquella tierra hermana. Elevemos al Todopoderoso nuestras preces por la salud del anciano caudillo, honra de su Patria y gloria de América”.

El 17 murió el ilustre prócer, y Cuba entera lo sintió en lo más recóndito de su alma. El 18 conocióse la noticia en Santo Domingo. El vicepresidente de la República, general Ramón Cáceres, recibió la triste nueva en un telegrama enviado por el hijo del caudillo, señor Urbano Gómez. Tan pronto tuvo conocimiento de lo ocurrido envió su condolencia al Presidente de la hermana antilla y al hijo del Libertador.

Ese mismo día, el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Gral. Juan Francisco Sánchez, enviaba instrucciones al encargado de Negocios dominicanos en La Habana para que diera pésame a los familiares del fenecido y para que efectuara, en nombre de nuestro Gobierno, una ofrenda floral en la tumba del Libertador.

El Presidente de la República Carlos F. Morales Languasco en ese momento en el Sur, al enterarse de la noticia manifestó la pena que le causaba. El ministro de lo Interior, licenciado Lamarche García, la dio a conocer oficialmente al Congreso el día 19.

En general pronto todo el país se enteró del triste suceso. La prensa nacional se ocupó del mismo haciéndolo destacar ampliamente en sus columnas. Pero más dolor causó la desaparición del héroe, fue en Baní, su pueblo natal.

El pueblo banilejo guardó luto con marcada religiosidad. En verdad la memoria del inmenso adalid de la libertad de Cuba merecía el respeto de los que fueron sus compueblanos.

Para Baní es un orgullo haber dado al mundo un hombre de las excepcionales cualidades del Generalísimo Gómez. Allí se supo el 18 de junio de 1905 y resumiendo lo que publicó más tarde el “Listín Diario”, la reacción de las autoridades así como las del pueblo, fue como sigue:

“Al recibir el presidente del Ayuntamiento, señor Fabio Herrera, un telegrama del ministro de Correos y Telégrafos, señor Bernardo Pichardo, el domingo 18 de junio por la tarde, convocó a todos los miembros y se prepararon, acto seguido, los planes para una apoteosis que se le iba a rendir ilustre paladín de la libertad en la tarde del día siguiente y se decretaron tres días de duelo.

“El ayuntamiento se dirigió en pleno a la casa donde había nacido Máximo Gómez, en la cual funcionaba una escuela que llevaba su nombre, y enhestó la bandera dominicana ‘enlutada de crespones”. Luego expresó su condolencia a los familiares.

“Todo Baní se enterneció con la muerte de uno de sus más grandes hijos. Las banderas pusiéronse a media asta. El cañón retumbaba a cada hora. Las campanas tocaban tristemente”.

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