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Literatura

Muerte y resurrección de la editorial Praxis

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Mario Roberto MoralesCiudad México

Agosto de 2015 fue el mes en el que se agudizó la agónica tragedia que para la cultura mexicana significó la destrucción –hasta ahora impune– de la espléndida Editorial Praxis, la cual durante más de tres décadas estuvo situada en el número 185, interior 000, de la calle José María Vértiz, en la colonia Doctores de Ciudad de México.

La importancia de esta editorial es un hecho reconocido no sólo por numerosos intelectuales y escritores latinoamericanos, los cuales han visto publicados allí sus libros de poesía, cuento, novela y ensayo, sino también por parte de fotógrafos y pintores, e incluso políticos cuyos escritos y entrevistas vieron la luz bajo su sello. El criterio de la calidad estética ha sido siempre el eje de su producción editorial, más que las posibilidades de mercadeo de las obras publicadas. Esto, en los tiempos que corren, caracterizados por la medianía editorial –puesta en boga por los estudios de mercado en conglomerados de lectores moldeados en la levedad y el absoluto relativismo (valga el oxímoron) postmoderno–, resulta ser una esperanza en que el culto al simulacro y al espectáculo cambie en favor de recobrar la importancia central que para el desarrollo espiritual de los pueblos sigue teniendo el código letrado.

Los libros que publica Praxis están muy cuidados en su contenido y en su diseño formal. Son piezas hechas con “delectación de orfebre”, como decía aquel revolucionario acerca del pulimento de su propia fuerza de voluntad, quien también aconsejaba “endurecerse sin perder la ternura”. La frase viene a cuento porque es justamente lo que ha tenido que hacer su propietario y director, el poeta Carlos López, Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, de Guatemala, después de que en aquel fatídico agosto de 2015 la inmobiliaria Abec iniciara la destrucción del inmueble que albergaba a Praxis y la vivienda de su propietario, para construir allí un edificio de apartamentos.

En efecto, después de que Carlos fuera amparado legalmente para que la constructora cesara su actividad y no demoliera los seis apartamentos que rentaba en el mencionado inmueble de Vértiz, la constructora –tal como consta en numerosas publicaciones mexicanas– corrompió a las autoridades de la Delegación Cuauhtémoc y del gobierno central de Ciudad de México, quienes autorizaron a Abec para demoler el inmueble junto con la maquinaria, los enseres de diseño, las computadoras, las bodegas repletas de papel y de libros, así como la vivienda de su propietario y director.

Fue de sobra denunciado en su momento, por medios escritos y audiovisuales, que la constructora Abec ofreció a Carlos una irrisoria cantidad de dinero para que abandonara el inmueble, tal como hizo con el resto de inquilinos de la vecindad, los cuales accedieron ante las presiones de los abogados corporativos. Carlos acudió a la legalidad y fue amparado, por lo que no accedió evacuar su casa. Fue entonces cuando la destrucción de la misma empezó mientras él dormía. Al día siguiente, sin poder salir de su casa y mucho menos comer, debido a que se lo impedían los sellos que clausuraban su vivienda, Carlos fue entrevistado por la televisión mexicana y allí denunció abiertamente la situación. Después, al romper los sellos para salir y atestiguar que miles de sus libros eran apilados en camiones con destino desconocido, fue apresado por las autoridades y encarcelado. Al ser liberado, continuó, ya desde fuera del domicilio de Praxis, su lucha por que le fueran devueltos los bienes robados por Abec, los cuales son valorados en varios millones de pesos.

Carlos enfermó gravemente durante meses y Praxis casi desapareció. Sin embargo, no dejó de otorgar su Premio de Poesía anual y de publicar sus libros. El espíritu rebelde de su dueño y director, así como el afecto de un puñado de amigos, hizo que tanto Carlos como Praxis volvieran florecer en la calle Chamizal, de Cuernavaca, desde donde su producción editorial se desarrolla hoy como antes.

La cultura mexicana volvió a contar con esta importantísima editorial, gracias al tesón de su director, pero el caso legal se congeló en la desmemoria colectiva, así como la deuda que Abec tiene con él por los bienes robados y por los daños y perjuicios infligidos. A pesar de esto, Praxis se mueve, y el caso no ha muerto: la lucha de Carlos continúa. Es de esperar que los medios y los intelectuales, artistas y escritores que se solidarizaron con su causa vuelvan a la carga por la justicia y la ley, sobre todo ahora que México inicia una nueva era política en la que el gobierno obedecerá a la voluntad popular más que a la de las élites y que, como ha repetido Andrés Manuel López Obrador, su lucha contra la corrupción consistirá no en meter a la cárcel a un puñado de funcionarios públicos corruptos, sino en separar de tajo al poder económico del Estado mexicano. Ojalá esto signifique también justicia para Praxis y para Carlos López l

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