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Ensayo/Sexología

Jóvenes y sexualidad

Daniel Elías de los Santos

Santo domingo

El tema de la sexualidad humana es inmenso. Su abordaje es complicado, pero a la vez emocionante, pues hace que el investigador se sumerja en una realidad mistérica, que le lleva necesariamente a la realidad del ser humano, la realidad del hombre, varón-mujer, cuyo ser y quehacer es imposible abarcar en un concepto o idea. El tema se torna más complejo si se enfoca desde la juventud.

Al tratarlo, se pueden dar múltiples claves de lectura. No es posible la neutralidad; hay de fondo un marco de comprensión, una intencionalidad marcada. En nuestro caso, nuestro abordaje viene permeado por la idea del ser humano desde su condición de persona, del ser humano como ser personal y, por tanto, que mira sus actuaciones como “actos de la persona”, con un sentido y valor plenamente humano. Así, la sexualidad como expresión de la humanidad, marcará esa distinción frente a un acto meramente animal e instintivo. Recalcamos que la idea de persona humana que se maneje determinará cómo se concibe la sexualidad humana.

Aparece en nuestro horizonte el planteamiento del problema:

¿Qué significado y qué sentido tiene la sexualidad en la experiencia humana? ¿Qué elementos esencialmente humanos se dan en la manifestación de la sexualidad que la distingue? ¿Qué aportan estos elementos a la humanización del ser humano y por qué lo realiza como ser humano diferente al animal?

La sexualidad humana se enmarca en el gran proyecto de realización humana: el hombre está llamado a realizarse en plenitud y por eso sus acciones le encaminan a alcanzar ese propósito. Eduardo López Aspitarte describe así esta idea:

Ser persona exige un proyecto de futuro, que determina el comportamiento de acuerdo con la meta que cada uno se haya trazado. Toda persona, ineludiblemente, tiene que plantearse el sentido que quiere darle a su vida, la meta hacia la que desea orientarla. Se trata de una pregunta a la que hay que responder de una u otra manera, […] La praxis ética se convierte, entonces, en el camino que lleva hacia el ideal y la meta propuesta[1].

Los actos sexuales, entonces, no son actos indiferentes que realizamos como autómatas, sino que se realizan involucrando a la persona total, cuerpo y alma, lográndose así que estos dejen una huella en quien lo realiza —aun, y a veces más, si se obliga al otro a realizarlo—. Los actos sexuales hablan de la persona, tanto en su ser corpóreo como en el espiritual.

La sexualidad humana es una dimensión fundamental del ser humano, íntimamente ligada a la experiencia ética, que es la forma propia de ser del ser humano que le diferencia de cualquier otro ser del universo, su característica definitoria. Todos los actos sexuales son actos humanos en los que interviene la libertad de decisión y por ello se experimentan espontáneamente como buenos o malos, es decir con una connotación ética[2].

Entender esto nos abre el camino a hacer una propuesta a la comprensión de la sexualidad hoy, en especial para ofrecer un camino a nuestros jóvenes en esta dimensión.

Otros enfoques sobre la sexualidad

En la actualidad, frente al planteamiento sobre la sexualidad se puede caer en dos grandes extremos: el escepticismo y la comodidad. El primero lleva al indiferentismo y al laxismo, o sea no sentirse comprometido ni cuestionado y asumir la actitud de aquel que no se inmuta ante nada: “que cada quien haga lo que quiera”. El segundo mira más bien la actitud de quien ve bueno y válido todo lo que acontece, al final, toda propuesta es buena: que cada uno elija por conveniencia, el modelo que más le acomode[3].

Ninguna de estas actitudes asumen el papel protagónico ni aportador de luces para la promoción humana; al contrario, son obstáculos, pues restan importancia a los esfuerzos de quienes sí asumen la responsabilidad humana de la promoción de los otros.

Otras actitudes son las rigoristas y las minimalistas. Las primeras tienden a la censura y condena, asumiendo que todo va mal y que se requiere imponer la forma de actuar correcta para lograr el objetivo. La otra considera que no hay que exigir tanto, con el mínimo esfuerzo basta. En ambos casos se aleja a la persona de su protagonismo y la responsabilidad de sus acciones: no son propositivas, no promueven lo humanamente correcto[4].

Consultando algunas publicaciones sobre “jóvenes y sexualidad”, aparecen muchas y variadas ideas y opiniones. Ponemos algunos ejemplos. En un artículo de periódico, una especialista en psicología clínica manifiesta que actualmente la sexualidad para los jóvenes es una experiencia tan cotidiana, que no hay miedo de hablar de ella, incluso en el internet; por eso la sexualidad sale del ambiente de la intimidad personal y se constituye en una forma de manifestación ante los demás. Al respecto, sentencia:

Pienso que los chicos lo hacen como una forma de expresar de manera simbólica su sexualidad, de mostrarse al mundo, de aumentar su ego, de decir “tuve mi primera vez, hice el amor” y quieren sacarlo. En cuanto al enlace que hacen con sus amigos, pienso que ahí ya se están rompiendo esquemas, y la sexualidad se está volviendo más pública que privada. A manera personal pienso que la sexualidad hace parte de la vida íntima, pero ese es el manejo que le pueden dar los jóvenes que mantienen una desinhibición total[5].

Aquí hay una gran combinación de elementos que identifican nuestra generación joven:

Tengo necesidad de autoafirmarme: “yo soy alguien y existo”, y la necesidad de que me reconozcan: “quiero que todo el mundo sepa quién soy y que existo”; por eso es común en nuestros jóvenes usar los medios tecnológicos para presentarse ante los demás.

La sexualidad es importante y me expresa: “por eso comparto con los demás mis experiencias —pensamientos, sentimientos, acciones, convicciones...”

Si puedo hablar de la sexualidad, “es que soy una persona autónoma, independiente, ya soy libre para hablar de mí y desde mí”. ”La sexualidad expresa lo más íntimo de mí y lo que quiero que el otro sepa de eso íntimo”.

Igualmente me lleva a sentirme seguro ante los demás: “mientras más dueño de mí soy, más fácil me resulta presentarme al otro y vencer temores”.

La sexualidad no es un elemento más en la vida de los jóvenes: es un elemento definitorio y decisional en la comprensión de su realidad humana. Por eso es bueno verlo de forma más integral.

Sin embargo, lo común para el abordaje de la sexualidad es mirar su dimensión corpórea o genital y muchos especialistas solo se enfrascan en describir el fenómeno desde un plano materialista. Un ejemplo de dicho abordaje es expresado de esta forma:

Como podemos ver hoy en día los jóvenes no tiene responsabilidad, ya que algunos lo hacen por pasar el rato, por que se le presentó la oportunidad, por placer, costumbre o simplemente para divertirse, no porque realmente quieran a esa persona o la estimen de verdad. Otras personas piensan que si en la relación no hay sexo no es una relación buena, y que si esa persona la quiere de verdad tiene que demostrárselo de cierta forma. La falta de información en la adolescencia afecta más que en ninguna otra. Por lo tanto creemos que una educación sexual adecuada es capaz de promover actitudes responsables, prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual[6].

Aquí la comprensión de la sexualidad se reduce al acto sexual genital, se mira el fenómeno sin trascender al significado.

Sumado a todo lo anterior, aparece el fenómeno de la cultura pansensualista y pansexualista, la cual promueve por los medios de comunicación unos modelos de actuación sexual y de expresiones de la misma, que son inadecuados, distorsionados y dañinos. Baste observar anuncios de los más variados productos y actividades para darnos cuenta cómo se presenta al ser humano, varón y mujer, como un producto sexual. La promoción publicitaria está tan erotizada que ya muchos profesionales de los medios de comunicación sienten que si no transmiten una imagen provocadora no serán aceptados; es más, algunos sufren las críticas despiadadas de fans o detractores cuando eso ocurre. Son los modelos a imitar por la mayoría de nuestros jóvenes.

¿Qué hay de fondo, qué ha influenciado dicha actitud, cuáles consecuencias a la persona, hay un camino más humanizante o una propuesta de actuación más correcta, cuál propuesta?

Algunos comportamientos sexuales

La tarea no es fácil, pues la orientación a nuestros jóvenes sobre la sexualidad se constituye en un gran reto. No es fácil dar indicaciones a otros sobre un comportamiento sano y correcto para otros, sin contar con su opinión y participación, pero nos arriesgaremos a esta tarea.

Antes, me gustaría presentar en concreto algunos modelos y actitudes de comportamiento sexual que no ayudan a configurar a ese ser humano pleno y feliz, que se relaciona con los demás de forma sana, siempre constructiva y respetuosa. Son muchos los tópicos que pudiéramos abordar, pero nos circunscribiremos a tres: relaciones prematrimoniales o fuera del matrimonio, la pornografía y la masturbación.

De manera especial, la pornografía, por ser una epidemia silente y uno de los puntos sobre los cuales los jóvenes han pedido que la Iglesia los oriente, de cara al Sínodo de los Obispos 2018:

Ofrecemos dos propuestas concretas en lo que respecta a la tecnología. […] En segundo lugar, la Iglesia debería expresarse sobre la crisis extendida de la pornografía, que incluye el abuso “online” de niños, como también el “ciber-bullying”, y el daño que esto causa en nuestra humanidad[7].

Relaciones sexuales prematrimoniales o fuera de matrimonio

Es tan común escuchar una expresión, que no es la única, pero es la menos conflictiva y más aceptada, para expresar que se “vive” en pareja: “Tengo una relación”. Con eso se expresa una amplia gama de eventos integrados a dicha “relación”. Ya no se quieren usar términos con carga comprometedora: novio-novia, marido-mujer, esposo-esposa, pretendiente, y muchos más. A veces, hasta la expresión “pareja sentimental” suena a mucho compromiso; o bien, el otrora eufemismo usado para dar a entender que había “algo más”: mari-novios. Todo esto expresa la nueva mentalidad respecto a la relación interpersonal que incluye la dimensión afectivo-sexual. Es muy amplio este tema, por lo que no es posible desarrollarlo aquí, pero sí queremos dar algún dato que ayude a nuestros jóvenes.

La idea del “no compromiso formal” en la relación de pareja, o bien el criterio de “no amarrarme, o atarme” al otro; el considerar que el amor no debe tener “ataduras”, pues mientras más libre, mejor, pone en duda al mismo ser humano. La inseguridad, la falta de confianza en sí mismo y en el otro, el hecho de “no confiarme” totalmente, pues el otro puede cambiar o estar engañando, hacen que se viva sin sosiego todo tipo de relación de pareja. Pero también genera la ansiedad por adelantar, “sin compromiso serio”, la experiencia sexual. Se da el dilema:

En el período de cambio que atravesamos, no pocos jóvenes, al proyectar sus relaciones mutuas, se preguntan sobre la utilidad de la institución matrimonial. ¿No hay que estimar como un valor superior el experimentarse mutuamente en relaciones transitorias, sin vínculos jurídicos que comprometan para siempre? ¿No basta que un hombre y una mujer se quieran y traten de inventar día a día su historia sin necesidad de un compromiso decisivo y público?.

Como todo acto humano, la relación sexual compromete a la persona, pero lo hace en un plano mucho más profundo que cualquier otro acto, pues hay un acceso a la intimidad no solo en ámbito físico, sino en la conformación integral del otro.

Por otro lado, se plantea la realidad de las relaciones sexuales prematuras, muchas de ellas ligadas a hábitos tóxicos, como el consumo de drogas y alcohol, y amistades y relaciones peligrosas, como lo plantea un estudio realizado por la PUCMM y publicado por el periódico Listín Diario. Otro artículo en el mismo periódico habla sobre los peligros que enfrentan los jóvenes, en especial con los modelos sexuales propuestos por la sociedad, muchos de los cuales distorsionan la sexualidad y a veces condicionan para siempre a los jóvenes para vivir una sexualidad sana. Un ejemplo presentado es el sexo transaccional o el intercambio de favores:

Consiste en una forma de prostitución, donde las jóvenes brindan favores sexuales a hombres adultos a cambio de regalos. Estos obsequios van desde celulares hasta drogas […] Indica que eso es una transacción económica sostenida en el sexo. Hoy este modelo se reproduce y se hace visible con las prácticas de un grupo dentro de la población femenina joven que lo utiliza para obtener ingresos. Y que ha existido históricamente a través de las “amantes” por la legitimación de la poligamia masculina[10].

Aquí influyen muchos factores que distorsionan la correcta visión de la sexualidad:

En un primer plano, la infravaloración de la persona en su realidad corpórea, pues se le trata como un objeto de placer, como un artículo de compra y venta.

Otro aspecto es el oportunismo por la condición económica, tanto de quien busca el favor sexual como de quien usa su cuerpo para obtener un beneficio económico o salir de la pobreza. Hay muchos casos de jóvenes mujeres que inician una relación para garantizar su sobrevivencia o salir de una situación caótica de gran miseria.

También se destaca la situación ilegal de seducción de adolescentes jóvenes, de las cuales se aprovecha un adulto, en especial con promesas engañosas.

Por otro lado, se pueden dar situaciones mucho más graves, como la prostitución de menores, las cuales pueden llegar a ser cautivas, bien por amenazas, por pago de adicciones a las drogas o por chantajes de orden psicológico, emocional o físico.

La violencia es otro factor, la cual puede darse en cualquier ambiente, incluso en la familia.

2.2. La pornografía

Me llama mucho la atención que en medios no religiosos haya una gran preocupación por la facilidad con que una persona puede llegar a hacerse adicto a la pornografía. Incluso, la altísima tasa de rechazo que provoca el tema de la pornografía. No obstante este rechazo, sorprende cómo un fenómeno con tan alta tasa de desaprobación social representa una de las grandes industrias del mundo y se constituye en uno de los “productos” de mayor consumo y demanda, especialmente en las redes.

El mundo de la pornografía es muy complejo. Aunque oscuro, es de fácil y público acceso; aunque en muchos sitios es censurado y a veces penalizado, en una “secreta complicidad”, es tolerado con todas las implicaciones de degradación, abuso y violencia contra la persona humana, en todas sus dimensiones. ¡Cuántas cosas hay detrás de ese mundo: drogas, irrespeto, violencias, manipulaciones, tráfico de personas, explotación de adultos y hasta de niños, y más! Todo eso confluye en la desfiguración y tergiversación de la sexualidad humana y, en última instancia, de la persona misma.

La pornografía es definida por la RAE como “presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación”, o bien, “Tratado acerca de la prostitución”. Sin dudas que toca la parte tergiversada de la sexualidad, por eso el teólogo Aurelio Fernández la define como “una adulteración de la condición sexuada del ser humano: es abuso exclusivamente morboso de la sexualidad genital y, por ello, significa una violación del cuerpo humano”.

La carga adictiva que conlleva la pornografía es equiparada a la del uso de sustancias psicotrópicas y su repercusión física y fisiológica en el cerebro ha sido estudiada, demostrando que lo modifica, como lo hacen las sustancias adictivas. Es más, de forma silenciosa, van alterando el patrón de conducta del individuo que se hace adicto a la misma. Hay investigaciones que avalan dicho dato:

Según un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, Reino Unido, la pornografía desencadena en el cerebro de las personas que sufren de adicción sexual reacciones similares a las que causan las drogas en el cerebro de los adictos a esas sustancias. "Hay diferencias evidentes en la actividad cerebral de los pacientes que tienen un comportamiento sexual compulsivo y los voluntarios saludables que participaron en nuestra investigación", afirma Valerie Voon, autora del estudio publicado en la Biblioteca Pública de Ciencia (PLOS ONE, por sus siglas en inglés.

La forma sutil como se puede llegar a una dependencia al material pornográfico pone en riesgo a personas de todas las edades y condiciones, pero en especial a los más jóvenes. Ciertamente que la curiosidad por el sexo y la misma condición del desarrollo natural en la que están los adolescentes les impulsa a ir descubriendo los cambios que su cuerpo va experimentando, y es más comprensible que dicha curiosidad les lleve a buscar información, sobre todo inadecuada, sobre la sexualidad. Pero es claro que hay todo un entramado, una estructura, que va dirigida a captar a los más jóvenes para que sean los grandes consumidores de material pornográfico.

Es interesante leer el testimonio de un joven que se dio cuenta a tiempo de su adicción a la pornografía y cómo cayó allí:

Todo comenzó cuando el joven británico, que actualmente tiene 23 años, cumplió 15. Sus padres le regalaron una computadora portátil y, como muchos adolescentes, comenzó a buscar en internet sitios relacionados con el tema. "Rápidamente se convirtió en una actividad diaria. Veía porno dos horas cada día. Y en algún momento, el contenido que empecé a consumir empezó a perturbarme e intranquilizarme". "No podía concentrarme ni siquiera en las actividades diarias más sencillas. No sabía que tenía un problema con el porno. No lo reconocía, pero fui un adicto durante seis años".

El testimonio de este joven no es único, pues muchos otros han tenido esta experiencia, y gracias al apoyo de otros han podido combatir dicha dependencia. Es interesante ver la manera cómo este joven logró superar dicha adicción, siendo evidentes algunos síntomas del síndrome de abstinencia, como si la pornografía fuera una sustancia adictiva:

Cuando las cosas empezaron a salirse de su control, se tropezó en internet con un sitio web dedicado a la adicción a la pornografía y dejó de sentir que estaba solo. "Decidí abstenerme del porno y la masturbación por 100 días. Las primeras dos semanas fueron horribles, tuve muchos cambios de humor. Fue realmente difícil. Había noches en las que no podía dormir. Otras, me despertaba sudando frío. En ocasiones comenzaba a temblar sin razón. Algunas veces me sentía muy ansioso y otras que podía conquistar al mundo y hacer cualquier cosa que quisiera.

La vida de este joven retrata la experiencia de muchos, pues la oferta y libre acceso a dicho material, pone en riesgo a muchos jóvenes vulnerables. Las estadísticas son altísimas:

El 35% de todas las descargas de internet representan contenidos pornográficos. Una industria que se ha transformado rápidamente con la llegada de la red y que ha disparado el consumo de este tipo de contenidos. Se estima que el 70% de los hombres entre 18 y 24 visita sitios porno asiduamente y hasta un 20% reconoce hacerlo en el trabajo. En internet cada segundo se mueven más de 3.000 euros en contenidos para adultos, dando lugar a enfermedades poco conocidas como la adicción al porno. Enfermedades, sobre todo, tabú para la sociedad[16].

Otro estudio estadístico en Argentina ofrece datos increíbles:

Los datos publicados son muchos y muy interesantes para comprender que por más relevante que sean muchas de las búsquedas en Internet, casi nada le gana al porno. Veamos 19 datos de la investigación: Según el estudio, el 93% de los hombres argentinos consume pornografía en Internet. Ese porcentaje baja al 71% en las mujeres. El promedio: 81%. El porcentaje de búsquedas de “porno” creció un 45% en los últimos dos años (agosto 2014 / agosto 2016). El 72% mira en soledad[17].

La pornografía no es un simple negocio, es la exhibición grotesca de la violencia contra la persona, su dignidad, su pudor e intimidad; abre camino a una forma de concepción del ser humano como cosa y daña la forma de relación entre personas, que exige el respeto al otro. Aurelio Fernández describe algunos de los efectos nocivos de la pornografía:

Fomenta los instintos más primitivos e induce a fomentar lo que se ve y observa.

Es adictiva, porque exacerba sin control la lujuria, por lo que disminuye la libertad personal.

Exige cada vez mayores estímulos y siempre más explícitos y violentos.

Es degradante y destructiva.

Fomenta una imaginación enfermiza y destructiva que suele fomentar ciertas aberraciones sexuales.

Frecuentemente la pornografía conduce a la violencia[18].

2.3. ¿Cómo orientar frente a estos dos fenómenos, en especial a los jóvenes?

La primera actitud es el reconocimiento, reconocer que se está frente a un mal o a una situación irregular que siempre irá empeorando. Por eso la honestidad con uno mismo, dejar que la verdad ilumine, pues es imposible la salida sin el consentimiento de la voluntad de la persona.

Me gusta una de las frases usadas por el joven británico que hemos puesto de ejemplo: “No lo reconocía, pero fui un adicto durante seis años”. A este respecto, se mantiene la propuesta liberadora de Jesús: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Tratar este tema genera resistencia, da vergüenza en un primer momento, pero es básico no cerrarse y buscar ayuda idónea: la experiencia nos demuestra que una adicción muy difícilmente la resuelve el propio adicto sin ayuda. Dejarse iluminar es la clave.

Junto a esta exhortación proponemos algunas ayudas:

Asume una visión ética de la sexualidad. Recordemos que ”todos los actos sexuales son actos humanos en los que interviene la libertad de decisión y por ello se experimentan espontáneamente como buenos o malos, es decir con una connotación ética”[19]. Este principio ayuda para verse a usted y también ver al otro, para tratarse usted y también tratar al otro. Nunca se trate, ni trate al otro como una cosa más; usted es persona, el otro es persona: la pornografía no exhibe actos de personas, sino de cosas sexuales o de “animales sexuales”. Decía el filósofo alemán, Emmanuel Kant:

La humanidad misma es una dignidad, porque el hombre no puede ser tratado por ningún hombre (ni por otro, ni siquiera por sí mismo) como un simple medio, sino siempre, a la vez, como un fin, y en ello estriba precisamente su dignidad (la personalidad)[20].

La intimidad es una expresión de la interioridad, protégela. El ser humano advierte la existencia de esta capacidad en su interioridad de la cual solo él es dueño, y a la que nadie puede acceder si él no se lo permite. Su interioridad es como un tesoro, que le posibilita amar y ser amado, es decir, darse y recibir la donación de la persona del otro. La interioridad se experimenta como algo íntimo, que se protege. Ningún cautiverio, prisión o castigo es capaz de suprimir este nivel.

El ser humano no tiene libertad, sino que es libre, y en esa capacidad de interiorizar es donde se descubre y se expresa con mayor fuerza esto que le es propio. Muchos le llaman a esto “privacy”, pero es más que eso: es el lugar del “yo” custodiado, y ese “yo íntimo” lo expresa mi cuerpo. Mi cuerpo también debe ser custodiado, pues soy “yo”, expresándome. La pornografía no respeta eso y te hace irrespetar eso.

La sexualidad es un don —un tesoro—. El ser humano se realiza en plenitud cuando descubre y actúa aquello que demanda su ser —su vocación— y se entrega totalmente en la realización de la misma. El don más sublime es el amor y el acto que más ennoblece al ser humano es el que se hace por amor.

La sexualidad, vivida desde el amor, ayuda a la integración de la persona. Maslow, fundador de la escuela de Psicología personalista, considera la sexualidad como un aspecto intrínseco de la maduración. Maslow descubre que el amor en las personas que él llama “autorrealizadas” (maduras) es un acto de donación al otro, un abandono al compañero sin reservas y sin intereses personales.

Como la sexualidad expresa la intimidad de la persona, ese don no puede ser cedido ni utilizado como cualquier cosa: no es justo compartir la intimidad sexual sin donación por amor. Recordemos lo que decía Jesús con palabras muy fuertes: “No den sus perlas a los cerdos” (Mt. 7, 6). La sexualidad es un tesoro, protégelo.

Rompe con la estructura que denigra, corrompe y abusa del ser humano. La explotación sexual, igual que pasa con las drogas, nunca serán ni aportarán un bien al ser humano, incluso, si llegara a tener una aprobación social o legal. La historia natural de dichos comportamientos siempre llevan a la destrucción o desfiguración del ser humano, tanto a nivel individual como a nivel social.

El mundo obscuro que hay detrás de la pornografía va más allá de las imágenes que se muestran. No es cierto el “rostro de satisfacción” o la promoción de sensación placentera que allí se exhibe: ahí existe un drama humano muy fuerte en cada persona que hace parte de ese mundo. Aunque una persona no respete su propia dignidad, no por esto la pierde, es inalienable. Tú tampoco irrespetes esa dignidad, aunque el otro no la valore.

Valora el don de sí. Donar el cuerpo es donar la persona, por eso nunca debes ver el cuerpo como “algo” separado de ti: tú eres cuerpo, tu cuerpo eres tú.

En efecto, por una parte, el don del cuerpo en la relación sexual es el símbolo real de la donación de toda la persona; por lo demás, en la situación actual tal donación no puede realizarse con plena verdad sin el concurso del amor de caridad dado por Cristo.

Actitud madura implica el compromiso. La actividad sexual expresa la persona y expresa su madurez. De ahí que no es posible considerar la actividad sexual como un deporte, un pasatiempo, un momento agradable, un “juego de niños”, un acto indiferente, una forma de obtener beneficios físicos o emocionales. La sexualidad te implica y por eso te compromete: muestra quien eres tú y te hace ver quién es el otro.

2.4. La masturbación

Otro tema bastante complejo es el de la masturbación. Esta se presenta en la experiencia humana motivada por muchos factores, en especial por la confluencia de factores ligados al desarrollo de nuestra propia sexualidad: hormonal, maduración de las gónadas y órganos sexuales, desarrollo corpóreo hacia la adultez, cambios psicoafectivos y psicosociales y muchos otros. Todos estos elementos se unen y confluyen de manera asombrosa en la persona y se manifiestan principalmente en la etapa de la adolescencia; a decir de un autor, irrumpen con fuerza en esa etapa de maduración:

La sexualidad, aunque presente desde el comienzo de la vida humana, se corporaliza con una fuerza impresionante a partir de la adolescencia. En la época de la pubertad no solamente las estructuras anatómicas han alcanzado una mayor evolución, sino que las funciones glandulares y los diferentes estímulos específicos provocan la llamada del instinto e invitan a la correspondiente gratificación. La unión de todos estos elementos hace que, desde un punto de vista biológico, aparezca una dosis de tensión, que busca ser liberada a través de estas experiencias placenteras. El joven de ambos sexos descubre un mundo inédito y fascinante, cuando se encuentra con los fenómenos psíquicos y biológicos de su propia naturaleza sexual. La curiosidad, despierta ya en épocas anteriores, alcanza aquí una invitación suprema por la transformación que experimenta el cuerpo.

Es importante ver que como fenómeno no aislado, sino circunscrito y a veces provocado por la complejidad de los elementos que la integran, la curiosidad exploratoria de la propia sexualidad en su dimensión corpórea hace comprensible su manifestación en determinado momento.

No obstante, la falta de madurez en valores, la falta de orientación oportuna y calificada, las informaciones erradas, la influencia de modelos distorsionados, el peligro de experiencias traumáticas y de personas que se aprovechan de la inexperiencia juvenil, la falta de una guía responsable de personas e instituciones, pueden llevar a un joven a crear una imagen desfigurada de la sexualidad. Y claro está, en la etapa más vulnerable, es delicadísimo el proceso de compresión y maduración hacia una concepción sana de la sexualidad.

Es mucho lo que pudiéramos decir aquí; por eso nos centraremos en el peligro que reviste para el joven una distorsión sobre la sexualidad y cómo perturbaría si está acompañado por el vicio de la masturbación.

Son muchos los factores que hacen llegar a una persona a asumir la práctica de la masturbación:

Los mecanismos del hombre son demasiado complejos para saber de inmediato cuáles son las raíces auténticas de su comportamiento. Y en este terreno son múltiples las causas que condicionan y fomentan un hábito semejante. Agresividades y venganzas ocultas, miedos irracionales, deseo de castigo personal por la culpabilidad engendrada con tales prácticas, ilusiones profundas inconfesadas, nostalgias que no se quieren reconocer, ciertas gratificaciones buenas que no culpabilizan, pero despiertan la dinámica sexual y otras mil variedades de todo tipo, que se ocultan por debajo de la masturbación. A veces hasta crear un círculo vicioso. La angustia y depravación experimentadas, al sentirse arrastrado por una fuerza que no se llega a dominar, aumentan los sentimientos negativos y, al mismo tiempo, tal situación afectiva engendra esta práctica como un intento de disminuir la angustia, como una función defensiva contra la ansiedad.

Vale decir que, por ser un acto humano, este por necesidad debe humanizar al ser humano o bien, lo degrada. Detrás de este acto hay motivaciones e intenciones, concepción de la persona y trato con ella. Por eso no es un acto indiferente o insignificante. “La sexualidad aunque englobe valores biológicos, debe colocarse a nivel de la persona. El verdadero sentido de la sexualidad humana le viene de ser relación interpersonal”.

Por eso, los diferentes nombres con que se evoca la práctica de la masturbación hace referencia al bloqueo o incapacidad de la persona a la relacionalidad sana con el otro, habla de un encerrarse en sí o ensimismamiento, una actitud egoísta que no hace referencia al amor autentico; a saber, se le designa como: autoerotismo (que es más abarcador), autoestimulación, vicio solitario, onanismo (alusivo al personaje bíblico Onan), polución procurada, fijación, molicie, etc. En cada término aparece el ser humano en una condición de individualismo, egoísmo y búsqueda de sí, en una conducta narcisista.

Frente a este fenómeno, que reviste mucha complejidad, queremos orientar un poco, y para ello asumimos la propuesta que nos hace López Azpitarte:

La sexualidad exige un camino de maduración integral: por eso, no es solo considerar la dimensión física-corporal, sino la totalidad: “La maduración de ésta en todos sus niveles constituye la meta del humanismo cristiano, y el mejor camino para intentar alcanzarla no es la preocupación obsesiva. Hay que abrir a la persona hacia la comunión y oblatividad”.

Búsqueda de armonía: “Donde dominan el caos y el libertinaje del sexo se revela siempre una desarmonía más íntima. En este sentido, el sexo será un termómetro para medir el avance, retroceso o estancamiento de la personalidad”. Es falso que la sexualidad tenga que vivirse en un estado de descontrol y que esta lleve a la persona a la irracionalidad. La sexualidad forma parte integral de las muchas dimensiones que llevan al ser humano a su plenitud, a la felicidad. Por eso ella no expresa al “animal desbocado” que se precipita hacia el abismo, sino que debe proyectar al ser humano seguro de sí y realizado.

Es un camino progresivo: para quien tiene dependencia o fijación, es indispensable la aceptación de esa realidad y la necesidad de salir del círculo que le condiciona. Por eso empiece el camino y vaya en ascenso; no se desanime si al dar el primer paso, aun ve que no llega a la meta:

Lo más importante no es conseguir un control rápido de la fuerza que arrastra –lo que también puede conseguirse con la represión–, sino la armonía interior capaz de canalizarla progresivamente. La ley de la gradualidad, que el mismo Juan Pablo II acepta e interpreta, se hace más necesaria en este campo.

Otras orientaciones están contenidas en el acápite anterior.

Conclusión

La extensión del tema deja muchos aspectos por tocar, pero mantenemos el principio fundamental: la sexualidad es un don que ha de reflejar la humanidad de la persona y ella es reflejo de su interioridad; por tanto es un don que debemos proteger y nunca reducirlo a un mero consumo, pues como manifestemos nuestra sexualidad mostramos lo que creemos que es el ser humano.

Y, para la maduración en las diferentes etapas donde se forja el ser humano, la familia ha de brindar todas sus energías a la formación en valores y a la correcta valoración de actos y eventos que le ocurran a ese ser, tanto internos como externos. La primera tarea es la educación en el amor, base de la conformación de la personalidad y, de forma especial, de la experiencia de la sexualidad en el joven y futuro adulto.

E. López Aspitarte, Simbolismo de la sexualidad humana. Criterios para una ética sexual (Sal Terrae, Santander 2001) 24.

Catholic.net, La sexualidad: dimensión fundamental de la personalidad humana (II), en : http://es.catholic.net/op/ articulos / 9640/cat/357/la-sexualidad-dimension-fundamental-de-la-personalidad-humana-ii.html#modal, recuperado 5/9/2018.

Ibid., 14. Ibid.

P. Rodríguez, en: P. Bernal León, “¿Cómo ven los jóvenes la sexualidad?”, Periódico Digital Vanguardia (febrero 2010), en: www.vanguardia.com/historico/52776-icomo-ven-los-jovenes-la-sexualidad, recuperado 5/9/2018.

Ibid.

Sitio web del Sínodo sobre los jóvenes (3-28 octubre 2018), “Documento final de la reunión pre-sinodal de los jóvenes”, I. Desafíos y oportunidades de los jóvenes en el mundo actual (24/3/2018) 4, en: http://www.synod2018.va/content/synod2018/es/actualidad/-documento-final-de-la-reunion-pre-sinodal-de-los-jovenes--tradu.html, recuperado 27/9/2018.

Este acápite se circunscribe a jóvenes no casados.

Conferencia Episcopal Española, “Matrimonio y familia hoy”, 84, en: J. R. Flecha, Moral de la Persona Sapientia Fidei 28 (BAC, Madrid 2002) 225.

T. Vargas García en: M. Hiraldo – H. Gavilán, “Modelos delictivos y sexuales influyen en la juventud”, Listín Diario, La República (29 junio 2018), en: https://listindiario.com /la.../modelos-delictivos-y-sexuales-influyen-en-la-juventud

Real Academia Española, “Pornografía”, Diccionario de la lengua española, en: dle.rae.es/ recuperado 4/9/ 2018.

A. Fernández, Diccionario de Teología Moral (Monte Carmelo, Burgos 2005) 1096.

BBC Mundo, Cómo superé la adicción a la pornografía (4 junio 2015) en: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150604_salud_luchando_contra_pornografia_kv, recuperado 4/9/ 2018.

Ibid.

Ibid.

MSN NOTICIAS, “Así es la vida de un adicto al porno con 23 años” (6 jun. 2015) en: https://www.msn.com/es-es/noticias/virales/así-es-la...adicto...porno.../ar-BBkIoiF., recuperado 30/8/2018.

P, Petovel, “El mayor estudio sobre consumo de pornografía en la web que se haya hecho”, en: https://www.merca20.com ›, Argentina, 6-09-2016.

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