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“Efímero”, de Plinio Chahín

El más reciente poemario de Plinio Chaín está escrito en forma de haikú. Se titula “Efímero” y está integrado por 38 composiciones escritas a partir de la conocida estrofa japonesa.

Chahín no solo aporta una ade aristas clásicas, sino un material de hondura interior donde se integran preámbulos al reino de la invención, al amor y a otros sentimientos derivados de la reflexión personal.

Son poemas donde aflora la esperanza como razón del misterio vital. Aquí no hay torceduras ni  ramificaciones altivas. La voz propia de la poesía de Chahín está presente en cada texto con denodada sutileza e inconfundible tono.

Alegorías pictóricas, musicalidad fluida y un poder de síntesis muy característico en este autor son otros hallazgos que delatan la voz de un poeta en plena madurez.

Sigue, pues la buena salud de la poesía dominicana. Plinio Chahín se encaga ahora de ponerla nueva vez en alto.

Lo que impresiona de un haiku bien logrado es, sobre todo, la plasticidad en que es capaz de tornarse la palabra escrita. La economía de sílabas, se responda a la métrica clásica o liberándose de ella, es un ardid. La eficacia estética radica en que el signo se transmute y devenga sonido del agua, luz de luna, silbido de un pájaro, quietud del estanque, serenidad del bosque, desnudez de un cuerpo y por qué no, hendidura y fulgurazo suave del pensamiento relámpago y suspenso. La escritura se hace imagen.

A la tradición que en la lengua española inician Rebolledo y Tablada, seguidos de Gorostiza, Borges, Villaurrutia, Benedetti, Paz, Moga, Benet, Neuman, entre una larga lista, y que en nuestro país inaugura Gómez Rosa, seguido de Abreu Mejía, García Bidó, Adames, Ciprián, Belliard, Hilario Medina y L.R. Pérez, entre otros, se suma, a su manera, como tenía que ser, tratándose de un poeta audaz, Plinio Chahín, con unos poemas breves, fugaces, que superando la agonía del cálculo silábico, se instalan, no obstante, con soltura y dominio expresivo, en lo que es cualitativamente especial a la originaria modalidad poética japonesa maximizada por Basho: Condensar el acontecimiento vivencial en la imagen y sonido de la palabra.

Chahín, destacado poeta y ensayista, ahora se viste con traje de haijin, para, como Chamberlain, abrir el tragaluz del resplandor súbito, y colocarnos en suspenso ante la hermosura y el brillo de la expresión escrita fundida con la situación o el objeto que nombra, en la eterna duración de un instante.

José Mármol

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