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CULTURA

Presencia del librero en las montañas

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Eduardo Palomares CalderónSantiago de Cuba

Tomado de la página Granma

Por caminos diferentes de la serranía de Songo-La Maya y Guamá, un mismo propósito encamina los pasos de Alina Díaz Fernández y Katerine Caboverde Cayamo, quienes como libreras en zonas del Plan Turquino desandan el lomerío con mochilas cargadas del gusto literario de grandes y chicos.

Ya sea Alina allá por San Benito, La Prueba, Jarahueca, La Araña y Recompensa, o Katerine en El Jigüe, La Zarza, Madrugón, Pinal de las Canas y El Papayo, la presencia de ambas resulta tan esperada como los anhelos imprescindibles del alma del montañés, porque donde a veces no llega la señal televisiva o radial, el libro es la mejor compañía.

Sin importar los aguaceros, el sol y la fatiga desafiados, fue hace 15 años cuando la primera se inició en lo que más que un trabajo, desde entonces considera como visitas familiares al lomerío, mientras que la segunda va ya por ocho, prendida al amor que jamás sospechó por los libros.

«Nosotras no somos de oficina ni de mostrador –refiere Díaz Fernández, quien a su vez atiende en Alto Songo la administración de la librería Abilio Castro–, porque desempeñamos una labor que requiere esfuerzo y abnegación para madrugar, cargar cajas y bolsos con libros y luego regresar de noche con mucha o poca venta, pero satisfechas de la acogida de la gente.

«En esos montes gusta mucho todo lo que sea del Comandante en Jefe Fidel Castro, literatura política e infantil en general (pues de esta última reclaman La Edad de Oro, Había una vez y El Principito), los diccionarios, libros de cocina y, en especial, preguntan cuándo volverán a editar El Diablo Ilustrado».

«En nuestro territorio –precisa Caboverde Cayamo, cuya librería La Demajagua radica en el poblado cabecera de Chivirico–, el reclamo está también en los libros de y sobre Fidel, a diario piden el que aborda parte de la vida de Raúl, y también gustan mucho la literatura infantil, libros de cocina y la buena narrativa.

«Nosotras hacemos estudio sobre la preferencia del público –señala–, pero, aun con el suministro, resulta escaso lo que llega a la montaña, porque el abastecimiento es generalmente para la Feria del libro, y luego pasamos meses sin recibir ningún texto nuevo, a la vez que acumulamos otros de poca demanda que después implican rebaja de precios».

En consideración de ambas, los problemas del transporte también conspiran negativamente, lo cual dificulta el cumplimiento de los planes de ventas y el salario.

Escuelas, hospitales, centros penitenciarios, casas de abuelos, centros laborales y las ferias organizadas en las comunidades alejadas de las cabeceras municipales, resultan los sitios más visitados, donde no pueden subestimar ninguno, porque en la serranía se encuentran todos los niveles de enseñanza y personas deseosas de leer.

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