Guerre
Guerrero
El mundo, al observarlo bien, se va haciendo letal para el pequeño niño. Se acomodó en su sillita y de pronto cayeron juntas las explosiones, las artimañas, las injusticias. Imágenes terribles para unas pupilas que apenas se acostumbraban a la luz. La imagen tan terrible del resultado de años y años de humanidad. El niño apretó los ojos, cubrió sus oídos, silenció la boca. ¿Qué sería este lugar en el que se encontraba? ¿Cómo es que no se había dado cuenta? La guardería era de papel. La canción de cuna no era más que un recuerdo de antes, mucho antes de nacer. Y ahora, a varias décadas de haber vivido, el niño se despertaba ante la realidad temible. El mundo era el mundo y nadie se lo había dicho. Frotó las manos de venas pronunciadas sobre sus cejas, ya copiosas, y exhaló aire resignado. Hoy se uniría a la lucha o se echaría a dormir.