LITERATURA
El artista, el filósofo y el guerrero
Paul Strathern, el autor de esta obra, es un londinense nacido en 1940. Aunque reconocido mundialmente por la serie Filosofía en 90 minutos, su trabajo como investigador no se reduce a este campo. Y es que su formación como químico, físico y matemático no se disipa cuando decide abordar la espesura del espacio filosófico. Por eso, sus primeras concepciones científicas se dejan sentir, con una fuerza extraordinaria, en algunos de sus ensayos sobre diferentes tópicos vinculados con las ciencias naturales y las matemáticas. El Artista, el Filósofo y el Guerrero no es el único ni el primer texto del autor vinculado con el mundo complicado de esa Italia fracturada, poblada por condotieros, intervenida por tropas extranjeras, con guerras intestinas interminables y con la injerencia papal en los asuntos terrenales de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Conocía profundamente ese escenario, pues ya nos había entregado Maquiavelo en “90 Minutos” y “Los Médicis: Padrinos del Renacimiento”. Dos textos estrechamente relacionados con los protagonistas fundamentales de esa etapa histórica florentina y, lógicamente, con el libro que estamos presentando. Temas y personajesEl ensayista londinense no se conforma con relatarnos los lugares comunes que nos habían mostrado algunos historiadores sobre las pugnas sórdidas, las intrigas políticas y las luchas crueles que caracterizaron a la Italia de entonces. Va más lejos. Se atreve a proponer hipótesis, conjeturas y reflexiones profundas sobre hechos opacos, y a llevar a cabo un trabajo psicosocial con el fin de establecer las maneras en que fueron socializados tan importantes personajes. En ese esfuerzo arqueológico el autor no se detiene ante nada. Busca significaciones en los padres de los protagonistas, en su entorno familiar y sociocultural. Pero también en la primera infancia, en la educación y en los traumas personales que pudieron incidir en la estructuración de sus caracteres. En Maquiavelo, destaca su sólida cultura y la reflexión; en Borgia, la acción y la crueldad razonada; y en da Vinci, su genialidad y el afán de búsqueda, acompañado de una duda procuradora de perfección. Quizás por eso Paul Strathern enfatiza la tendencia de Leonardo a iniciar tantas empresas y a tener dificultades para terminarlas. Este rasgo de su personalidad, y otros que el autor desliza en varios pasajes de la obra, nos condujeron a pensar en la posibilidad de que el artista pudiera ser obsesivo compulsivo. El libro por dentroTrata, con el esmero del investigador riguroso, los acontecimientos y los personajes más relevantes de Florencia y de otros estados de ese período histórico. Nos habla de las misiones que llevó a cabo Maquiavelo, de la injerencia de potencias extranjeras en los asuntos internos de los estados italianos, de las relaciones de Ludovico Sforza con da Vinci, y de la pintoresca Caterina Sforza. No se le escapan las tratativas, las intrigas y crueldades utilizadas por los condotieros y los hombres de Estado de esa época para conseguir y mantenerse en el poder. Por eso nos advierte acerca de la astucia y la maña de que se valió Alejandro VI para lograr el papado, de sus ansias de poder, de sus hijos y, sobre todo, de los desafíos irreverentes que le estrujaba en los templos y calles de Florencia el fraile Girolamo Savonarola. Nos cuenta, asimismo, el desenlace de este enfrentamiento dramático que llegó a la tragedia con la muerte en la hoguera del “profeta desarmado” como llamó Maquiavelo al sacerdote dominico. Desde luego que no olvida las angustias de una Florencia agotada por la guerra interminable con Pisa y por la presencia amenazante de César Borgia en sus fronteras. Y, sobre todo, el encuentro del florentino en Imola en 1502 con da Vinci cuando éste fungía como ingeniero militar de César Borgia. Tiempos en que estos tres espléndidos ejemplares del Renacimiento conversaron, trabajaron y viajaron juntos por los campos y ciudades de la Romaña. Acerca de las razones que llevaron a da Vinci a trabajar al lado de un hombre tan salvaje pero culto, como lo fue César Borgia, Strathern sugiere una hipótesis interesante. Supone que, como el condotiero tenía conocimiento de las máquinas militares diseñadas por Leonardo, le ofreció trabajo como ingeniero militar. Cargo que éste aceptó, dos o tres años después, porque sentía que Florencia se encontraba amenazada, precisamente por Borgia, y porque Maquiavelo lo alentó a aceptarlo a fin de que informara a la Signoria las intenciones guerreras del que sería su jefe. La magia de esta obra, en fin, no nos da reposo. Nos persigue por cada uno de los laberintos que trazaron estos hombres haciendo la guerra, el arte y la política. Quedan aún muchos episodios en suspenso. Por ejemplo, la muerte del Papa Alejandro VI, el ocaso de Borgia, los planes para desviar el río Arno, la caída del gonfaloniero Piero Soderini y, con él, la desgracia política y existencial de Nicolás Maquiavelo. Pero esos aspectos, y otros más, se los dejamos al propio Strathern para que nos sirva de guía en esta travesía fascinante a la que pocos podrán negarse a realizar.