NEGRITA COME COCO
Rogando
Doña Esperanza Mercedes del Valle Montero, conocida por sus compañeros de la Iglesia como “Doña Chancha”, enciende un velón todos los días para pedirle a la Virgen de la Altagracia, y a Metrisilí, que ayude a su hija a conseguir un capo con cuarto que “se la lleve de este barrio porque no quiero que se meta con un motorista”. Tal es la fe de nuestra protagonista que todas las noches hace que su querida niña (que en enero cumple 17 años) se arrodille a su lado y rece en voz alta a todos los santos y a todas las ánimas del purgatorio. Solo después de orar 3 padrenuestros y 4 rosarios Doña Chancha deja que su hija duerma. Aunque luego de que la muchacha se va a dormir la madre vuelve a arrodillarse y empieza una plegaria eterna. A pesar de lo que diga la sociedad, esta señora no tiene interés de escuchar a nadie, porque según sus palabras, “demasiado trabajo se pasa en los barrios. Además, las muchachitas salen preñadas de cualquier tiguere y después tienen que salir a fregar trastes en una casa de familia”. Por eso, a quien quiera criticarla, nuestra Doña le dice que la única salida que tienen estas muchachitas es un capo con mucho cuarto, que le compre de todo y las ponga como reinas. “Mira a la hija de la vecina de al lado, comenta la rezadora, justo cuando cumplió los 15 años vino un señor de 60 y se la llevó. Le compró una nevera y una estufa a la mamá y ahora la muchacha anda en yipeta y cada vez que viene trae una ropa diferente... además, ya huele a rica”, recuerda Chancha. “Y la nieta de Asunción, la flaquita, a esa le fue mejor, a los 17 consiguió un gringo en Boca Chica y ya pidió a la mamá y a los hermanos”. Y, justamente eso mis queridos negritos, es lo que desea fervorosamente nuestra protagonista. Ese anhelo es lo que la hace levantarse cada día, lo que no la deja dormir en las noches y lo que ocupa su mente y su corazón. Grande será la sorpresa de Doña Chancha cuando sepa que mientras ella reza la segunda ronda de padrenuestro, su querida hija abre la ventana de su cuarto y sale a encontrarse con el delivery, quien de manera muy dulce le promete villas y castillos. Así como los que imagina Doña Chancha para su adorada niña mientras reza, con todas sus fuerzas un Ave María.