CRÍTICA

Esos Apuntes de Giovanni Di Pietro

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Manuel Mora SerranoSanto Domingo

Giovanni Di Pietro ha continuado su misión de publicar las lecturas de las novelas dominicanas, no solo de las canónicas, aquellas que han sido redactadas desde ayer o en la actualidad por escritores duchos en el oficio o conocedores de las técnicas que diferencian lo que realmente puede considerarse una novela, de aquellas que llevan en la portada ese anuncio presuntuoso y se han tenido como tales a través de los tiempos en fichas de autores y en las notas bibliográficas. En su último libro ‘Apuntes novelísticos dominicanos’, Editora Unicornio, Puerto Rico, impreso en Editora Búho en mayo de este año, con prólogo de Alex Ferreras,, este aserto se convierte en una verdad palmaria. Siempre hemos destacado y agradecido al profesor Di Pietro esa mirada entre cariñosa y severa a ese quehacer literario nacional, sin importar el fondo de la obra criticada ni de la crítica misma. La libertad en todos los órdenes que impera en el país desde hace unos años, sobre todo en materia literaria porque no hay ningún tipo de censura ni siquiera un ejercicio de crítica consecuente, ha permitido que la nueva bibliografía que se escriba aquí demuestre que en cualquier año de los últimos, a pesar de la carestía y de la falta de lectores, se han editado más volúmenes de cualquier género: cuento, novela, teatro y poesía que en cualquier década anterior, aunque se sigan contando con los dedos de una mano los que puedan ser considerados de valor literario en un sentido estricto y, en consecuencia, en calidad más o menos las mismas, como en el relato de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha. Para bien o para mal es un reflejo del efecto premios literarios, que ha empujado, por relumbrón, afán de nombradía o por necesidad de los emolumentos a una enorme cantidad de personas a creer que son escritores, y como hay libertad absoluta, para allá van. Di Pietro analiza y a veces tritura en este volumen a unas 72 publicaciones de supuestas novelas. Sin embargo, lo que quisiéramos destacar es que hubiera tenido el valor de leer tales adefesios monstruosos que con el epígrafe de novelas se publican impunemente en el país. Somos lectores promedios de por lo menos las novelas de la pasada centuria, porque lo que se imprime en la actual va mucho más allá de lo humanamente soportable, y debo confesar que a muchas de esas las conocíamos por haberlas visto citadas en bibliografías como curiosidades literarias o en los escaparates de las antiguas librerías y en las ventas de libros viejos y en aquellas excelentes bibliotecas que teníamos y que han desaparecido de hogares e instituciones. Di Pietro no solo las buscó y las leyó sino que ha tenido la gracia de contarnos sus argumentos. A veces compartimos los de nuestro crítico, pero no nos hubiéramos atrevido a escribir sobre esos libros para no ofender a autores o a descendientes de ellos. Esas limitaciones hacen que uno “las haya dejado pasar” y se reserve su opinión; eso ha sido así tradicionalmente, al extremo de que siempre han sido comentaristas o críticos extranjeros los que han visto al emperador desnudo. No haré una lista de libros raros, pero, como Di Pietro no conoce intríngulis de algunas novelas en clave como el escándalo periodístico de la famosa ‘Doña Lola’, o la base de la novela de Ángel Augusto Suero ‘Juan del Campo’ que es una especie de sátira contra don Luis Del Monte un empresario capitaleño que vivió en Barahona, o el cuento ‘Beliná’ de otro barahonero, publicado en los años treinta, luego convertido en novela por el inefable José Jasd, no aborda el fondo desde esas perspectivas; el caso de la novelita de un escritor muy querido que nunca pudimos leer a pesar de nuestra amistad con el autor, como ‘Rosa Elena’ de Tomás Morel, y una buena cantidad de otras de las que nadie recuerda que existían, su aporte para el conocimiento de las pretendidas o tenidas como novelas criollas, es fundamental. Algún crítico se queja, con razón, de la apatía nacional para comentar textos y destaca precisamente la labor de Di Pietro desde ese punto de vista. Yo le preguntaría a cualquier literato dominicano de la actualidad si ha leído o sabía que se tenían por novelas o sospechaba que existían o le habían contado los argumentos de las siguientes obras, algunas de autores de renombre en otras disciplinas literarias: ‘Ante el juez’ de Miguel Alberto Román; ‘La pandilla’ de Haím H. López Penha; ‘Jerónimo’ y ‘Archipiélago’ de Ligio Vizardi; ‘Cachón’ de Miguel Ángel Monclús a pesar de sus dos ediciones y ‘Un blasón colonial’ de Gustavo Adolfo Mejía; entre otras muchas. Esta simple revisión basta para justificar lo que hemos dicho: Este Giovanni Di Pietro se las trae.

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