Ventana
viernes, 18 de mayo de 2012
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FOLKLOR ESPIRITUAL
¿A quién le vamos a pedir?
EN EL PAÍS LA DEVOCIÓN A LOS SANTOS SE DEMUESTRA DE VARIAS MANERAS
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En un rincón del comedor, el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús protege a cada integrante de la familia. Debajo de la imagen, un altar cubierto con un paño blanco, flores y un velón encendido se mantiene como una muestra viva de la fe de los que allí habitan.
Frente al altar, la abuela reza todos los días para que libere a sus seres queridos de las enfermedades y le “de una ayudita” a su hijo que sale a trabajar desde que el sol sale hasta que se pone...
Adoración
El culto a los santos forma parte del folklore espiritual de los dominicanos y se presenta como una muestra viva de la importancia de la fe en la isla. Según Francisco Javier Lemus y Rolando Marty, en el texto “Religiosidad popular dominicana”, esta devoción representa una prueba de la sensación de la inseguridad, de agobio por los males, de la lucha por librarse de ellos y de la búsqueda de alguien que los saque de su situación.
“Este aspecto de la cultura popular, de gran importancia social y hasta política, reviste también la misma importancia religiosa. El culto rendido a los santos se llama “servicio” y consiste en oraciones, novenas, prender velas o un candil de aceite”, expresan.
Mientras que el sociólogo Dagoberto Tejeda explica que el catolicismo fue traído por los españoles durante la colonización como religión oficial impuesta a los indígenas y con el tiempo ganó arraigo popular.
“Por una serie de circunstancias, determinadas advocaciones de la Virgen, de Cristo y de los santos, se convirtieron en manifestaciones masivas, en verdaderas expresiones populares, dando origen a festividades a la Virgen de las Mercedes, a la Virgen de la Altagracia, al santo Cristo de Bayaguana y a las fiestas patronales en los diferentes pueblos”, escribe en el “Atlas Folklórico Dominicano”.
Tejeda destaca que, debido a la devoción hacia los santos, en toda República Dominicana surgen centros de peregrinación que ayudan a producir un proceso de aceptación y extensión de la religión católica.
Para el sociólogo, las creencias y prácticas que realiza el pueblo se unen para “conformar la religiosidad popular que, a su vez, es resultado de la capacidad creadora, junto a una respuesta de espiritualidad nueva donde se mezclan diferentes expresiones religiosas”.
¡Ave María!
Loren Gil, ama de casa, cree en el poder de los santos y en la oración. Asegura que ha tenido varias revelaciones y visiones gracias a esos “intercesores”, que la han guardado y sacado de problemas. “Oro mucho porque el poder de la palabra tiene mucha fuerza; le pido a Dios, a la Virgen María y a otros santos”, destaca.
Marty y Lemus señalan que la oración es un reflejo de la concepción de Dios, de sus ansias y de sus problemas o temores. Aparte de las individuales, existen plegarias en común en las que el pueblo se junta para rezar.
Según Wilfredo Montaño, párroco de la iglesia Santa Clara de Asís, la oración es una forma de conectarse con Dios y de realizar una comunión, además de que pueden servir para alabanzas, acción de gracias o peticiones. “Ahí le transmito lo que yo quiero que el Padre escuche, me da alegría y fuerzas”, señala.
Marty y Lemus aseguran que se ha logrado coleccionar más de noventa oraciones populares, impresas en cuartillos de papel con un contenido que abarca temas de salud, dinero, negocios, trabajo, victoria o protección contra los enemigos, conquista, retener a una persona e incluso hacer daño a alguien. “Revelan a un pueblo angustiado, que lucha dentro de los estrechos márgenes de su cultura, y por tanto solo, que quiere liberarse de sus males”, dicen.
Devoto soy
Montaño destaca tres tipos de adoración; una a Dios, la segunda a la Virgen y otra tercera a los santos: “En la antigüedad se hacía para imitar la vida de ellos, porque antes se declaraba beato a cualquier persona que se confesaba en la fe y no fue hasta el siglo XV que la Iglesia puso control a tal desorden”.
Tal como expresa el párroco, en los campos de Quisqueya la devoción a los santos cobra vida, porque son vistos como protectores, antes que como modelos a imitar.
Existe un gran repertorio de santos a los que el pueblo les pide favores, entre ellos: Ánimas benditas; Ánimas del purgatorio; El Gran Poder de Dios; Jesús Nazareno; La Dolorosa; Nuestra Señora de Fátima; Nuestra Señora de Agua; Santa Nuestra Señora del Amparo; Sagrado Corazón de Jesús; San Alejo; San Elías; San Antonio Abad; San Blas; San Miguel Arcángel; Santa María Magdalena; Santa Clara y el Santo Niño de Atocha.
Además de los altares, se encuentra la práctica de bendecir las imágenes de los santos e incluso, Lemus y Marty señalan que algunos llegan a pensar que mientras el cuadro no sea bendecido, este no posee valor.
Fiestas de santos
La antropóloga Martha Ellen Davis destaca las fiestas de santos celebradas tanto por cofradías o hermandades, como por particulares. “En estos casos se inician como promesas para pagar una curación divina, la misma razón por la cual se emprende una peregrinación. Es decir, la religiosidad popular tiene que ver mucho con la medicina popular”, afirma. De una simple promesa la fiesta se convierte en una obligación anual familiar, cuya dirección es heredada; suelen tomar lugar en un recinto particular o en una ermita: “Los componentes son el rosario y las salves a la virgen; en algunos lugares también se tocan palos y a veces se intercala el baile social”, asegura.
Otro ejemplo de devoción a santos se da con el Cristo de Bayaguana, al que todos los 28 de diciembre cientos de fieles acuden a visitarlo y a pedirle “favores”.
Para la psicóloga Ana Mirtha Vargas, el poder de los santos y luases conforma parte de la cultura del país. “Los miro con mucho respeto, en la comprensión de que forman parte de la religiosidad popular y producto del sincretismo religioso existente en nuestro país. Sí, tienen poderes, especialmente aquellos que le conferimos”, expresa.
Ante estas opiniones, solo existe un hecho innegable: muchos dominicanos creen de manera firme en el poder de los santos y aseguran que les otorgan protección. Es por esto que cuando las autoridades terrenales “fallan”, las de “arriba” pueden resultar más eficaces.
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CENTROS DE PEREGRINACIÓN CATÓLICA
Higüey: Por los milagros de la Virgen de la Altagracia se transformó en uno de los centros de adoración más importantes del país.
La Vega: El culto a las Mercedes en el Santo Cerro la convierten en un enclave de peregrinación, así como El Hatico, con la adoración a la Virgen de la Rosa Mística.
Boyá: La iglesia de Nuestra Señora de Aguas Santas, fue un importante centro de peregrinación.
Nuestra Señora del Rosario: Uno de los santuarios más antiguos del Nuevo Mundo, con la ermita de Nuestra Señora del Rosario.
Los Mina: La iglesia de San Lorenzo fue un importante centro de peregrinación de Sabana Perdida, Villa Mella, Mendoza y Mandinga.
San Miguel: La iglesia de San Carlos, el convento de Los Mercedarios, la iglesia de la Altagracia, la capilla del Carmen, entre otros, sirven de lugar de peregrinación para este santo.
Bánica: La iglesia dedicada a San Francisco de Paula fue un centro regional de peregrinación en 1740.
Ocoa: La iglesia de San José de Ocoa sirve como enclave de adoración por los lugareños.
Baní: El culto a la Virgen de Regla, hace de este lugar un centro de peregrinación regional.
(Tomado del Atlas Folklórico de la República Dominicana)