LITERATURA
Breve y extraño poema de Rafael Augusto Zorrilla
Rafael Augusto Zorrilla (1892-1937), elegido Sumo Pontífice del Postumismo en 1934, dejó una obra poética dispersa y algunas teorías sobre el movimiento, con el que hicimos su “manifiesto virtual” en la pág. 446 de nuestro libro “Postumismo y vedrinismo primeras vanguardias dominicanas” (Ministerio de Cultura, marzo 2011, 796 pp), donde leemos de la N a la Q: “Dejemos al verso su propia música. Música universal y eterna, serena y condensada; creada por íntimas vibraciones psicológicas. Emoción sutilizada en energía sonora y no hábil combinación del sonido que tienen las palabras. Paradojas de luz y sombra: inversión de lo corpóreo a lo intangible, de lo tangible a lo incorpóreo. Realicemos la unidad subjetiva y objetiva tangibilizando el ideal en una belleza subconsciente, como pura creación del espÏritu.” Donde claramente hace una declaración de “interiorismo.” Además en su praxis prefería la síntesis lírica y casi todos sus poemas son breves. Fue, después de proclamado el movimiento en marzo de 1921 en la revista “La Cuna de América” un poeta libre. Sin embargo, quizás escrito con anterioridad, descubrimos en la revista “Quisqueya” un breve y extraño poema escrito con versos medidos y rimados, dedicado al amor de madre y firmado al pie entre paréntesis, como para pasar desapercibido, con esa gran modestia que siempre manifestó, aunque la redacción para que no hubiera dudas en el futuro, señala su nombre completo. Como una curiosidad de arqueología literaria lo ofrecemos tal y como fue publicado el 31 de diciembre de 1921; es decir, hace noventa años. Lo más grande A mi estimada amiga Mercedes Benedicto. ¡Amor de madre! Amor acá en la tierra Imagen pura del amor divino; Sentimiento clarísimo que encierra Cuanto hermoso de cielo al mundo vino; Iris de paz en la continua guerra De las pasiones que nos dio el destino, Bálsamo celestial, gozo del alma Puerto seguro de apacible calma. (Zorrilla) Creo que es una magnífica oportunidad para que alguien aprenda estos versos que por su brevedad y ternura, deberían recitarse en las aulas, no sólo el próximo día dedicado especialmente a ellas el último domingo de mayo, sino en cualquier oportunidad, porque, como bien dice el vulgo: todos los días son días de la madre.