DESDE LA ÚLTIMA BUTACA
Habemus Papam
Entre película y película, Nanni Moretti aplica el clamor del desconcierto. Y mientras lo hace, demuestra su capacidad para voltear incógnitas, despoblar nimiedades y alejar la puesta en escena de lugares comunes. Cuando un artista poseedor de una trayectoria contestataria como la suya dirige una obra como “Habemus Papam”, el mundo cultural no tiene más remedio que reverenciarlo con respeto y humildad, no solo por la magnitud de su atrevimiento temático, sino por la originalidad y el magisterio cinematográfico con que enfrenta un tema tan controversial como lo es el mundo interior del alto clero. El Papa imaginario de Moreti (interpretado de forma magistral por ese gran actor francés que responde al nombre de Michel Piccoli, es un hombre que llega a la ancianidad abrumado por las dudas, con demasiado miedo a la vida y que de pronto se da cuenta de que, además de religioso, es un ser humano con sentimientos, frustraciones personales y metas aplazadas. Es un personaje que, debido a sus contradicciones internas, tiene la honestidad de darse cuenta que no puede asumir sus nuevas funciones como líder de la Iglesia Católica. Moretti no usa este pretexto para satanizar a la Iglesia Católica, sino que va en busca del ser humano que vive detrás de la sotana. Estas características convierten a “Habemus Papam” en un filme de doble lectura, cuya transparencia es aparente: este no es un filme plano y lineal, una comedia amable y enemiga de la irreverencia, sino una farsa donde las sutilezas son las que cuestionan los mecanismos institucionales de la Iglesia. Moretti no teme involucrar a un concilio de cardenales en un campeonato internacional de voléibol, o en introducirlos en clases de filosofía mundana impartidas por un psicólogo medio loco (el propio Moretti), que solo busca ridiculizar a los funcionarios de Dios. Y aunque el guión logra inolvidables momentos de humor, lo que finalmente acaba imponiéndose es una suerte de compasión y entendimiento. Más allá de su humor inofensivo o del cambiante tono de la película que viaja de manera efectiva de la parodia institucional al melodrama y de este al surrealismo, sobresale la humildad y maestría con que Piccoli asume su papel. En su deambular por el mundo exterior, tratando de aclarar su mente o encontrar la supuesta inspiración divina que ponga las cosas en su sitio, el Sumo Pontífice reitera constantemente; “Necesito recordar...”, mientras revive su olvidada vocación de actor, entre otras veleidades. El enmascaramiento emerge entonces como la gran paradoja de su vida, y también como la metáfora más interesante del filme que debió haber tenido mucha más suerte en el pasado festival de Cannes donde un público demasiado conservador no lo aplaudió, mientras que un jurado muy desequilibrado, prefirió distinguir propuestas intelectuales que a la fecha, todavía hoy se siguen cuestionando. Ficha técnica: Título: Habemus Papam. País: Italia. Año: 2011. Director: Nanni Moretti Reparto: Michel Piccoli, Jerzy Stuhr, Renato Zapato, Margherita Buy, Franco Graziosi y Nanni Moretti. Guión: Nanni Moretti, Francesco Piccolo, Federica Pontremoli . Fotografía: Alessandro Pesci Música: Franco Piersanti. Sinopsis: A la muerte del Papá, el Concilio elige a su sucesor, quien acepta el cargo. Un poco después, y al momento de ofrecer su discurso desde el balcón del Vaticano a la multitud que lo aclama en la Plaza San Marcos, el nuevo sumo pontífice se arrepiente de su decisión.
