LITERATURA

Dos libros de Diógenes Céspedes

No tengo que presentarlo a los lectores. Si algún escritor es conocido por su constante laboreo y por su espíritu polémico, ese es Diógenes Céspedes, alumno de Henri Meschonnic y figura emblemática de las letras nacionales. Diógenes acaba de arribar a su setenta cumpleaños, y lo ha hecho con dos nuevos libros. Primero, la reedición de “La sangre ajena”, y segundo “Estudios linguísticos, literarios, culturales y semióticos”. Sus cuentos son piezas de variada estirpe y se aceptan por el amplio abanico estético que los conforma, encabezados por el contextualismo, donde sobresalen piezas como “La conspiración de los extanjeros”, “El sueño de matarife”, “Fraticidio” y “El equívoco”. Céspedes sabe jugar a la ficción. Se mueve de extremo a extremo de las historias derrochando creatividad, y descomponiendo los textos en claves que funcionan como piezas de un rompecabezas. Estos cuentos no deben leerse con el entusiasmo del relato a secas, sino con la convicción del aporte jerarquizado. El libro de ensayos entraña ideas, reflexiones académicas, ensayos, investigaciones semióticas, encrucijadas literarias y comentarios de resonante actualidad que lo ratifican como ese pensador que siempre sabe sacar su carta de abajo de la manga; que no teme decir lo que piensa y que, por supuesto, es capaz de dedicar meses, años, lustros y décadas al estudio, a la reflexión y al desarrollo de las más variadas tesis. Ambos libros son el regalo de un quijote que ha dedicado su vida al trabajo intelectual. Podemos discrepar con él. Podemos rechazarlo. Pero lo que nunca se podrá es señalarlo como uno de esos literatos que se sientan debajo de un árbol a recibir la inspiración. Diógenes Céspedes es una certeza. Nadie lo ha reinventado. Decidió regresar de París a compartir apagones y huelgas. Bienvenidos sus libros.

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