Narrativa
El piano
El piano del gran salón parecía que hablase, como si ansiosamente esperara a alguien lo suficientemente digno, no; digno no, talentoso mejor dicho, como para que entonase una melodía en sus teclas. Una persona que pudiera sacarle una canción angelical a sus teclas, teclas tan vírgenes como el día en que se elaboró este piano, teclas tan suaves y dóciles como la misma ceda, teclas tan blancas, teclas tan negras, teclas en las que solo un maestro de la música podría encontrar una melodía que podría ser presentada a los reyes. Y ahí estaba ella, petrificada por la delicadeza de este piano, bellamente elaborado por los cuidadosos dedos de los ángeles, que, pensando justamente en ella, crearon un instrumento musical que parecía que estaba hecho de las mayores delicias existentes en el mundo. Parecía que el brillo que tenía este bello piano era causado porque un suave rayo de sol acariciaba la copa de este divino piano de cola. _ “¡Debió haber sido elaborado por dioses!” exclamó ella al ver semejante piano. Por un momento sintió que el piano le hablaba pacíficamente diciéndole que fuera y le sacara melodía a sus teclas, que la había estado esperando desde el día en que era un simple y vulgar árbol, sabiendo que algún día sería el más magnifico piano jamás visto, y que una maestra de la música lo tocaría cariñosamente con sus hábiles dedos, que le darían vida a su existencia. Ahí estaba ella, esperando a que nadie la estuviera mirando, para poder cumplir con su mayor deseo, darle la vida deseada al piano del gran salón. Cuando los dueños de la casa se vieron en la necesidad de dejarla a ella, una simple ama de llaves, sola limpiando la casa de arriba hasta abajo, decidió cumplir con su trabajo sin pensar en el hermoso piano que ante sus ojos se encontraba. Pero no pudo contenerse, el deseo de tocar ese piano la llevo, casi a la fuerza, al gran salón de la casa Everwood. Lo vio, fue exactamente como la primera vez, El piano le decía que lo tocase, ella como siempre quería resistirse, pero sus ganas eran demasiado fuertes. Lo hizo, se dirigió hacia el piano, que le hablaba suavemente, le quitó el protector que lo cubría y lo guardaba del resto del mundo, y tocó armoniosamente esas teclas tan blancas y tan negras. Melódicamente tocó esas teclas tan vírgenes como el día en que se elaboró este piano, suavemente le dio vida a este piano, tocando la más bella sinfonía que había tocado en su vida entera. Se sentía viva, en su mente ella estaba en el centro de una orquesta y todo el mundo alababa su talento musical. Se fue del mundo por un momento, el piano la había absorbido. Estaba absorta en su música, solo podía escuchar la melodía que estaba produciendo en el piano. “¡Es mágico. Verdaderamente es magia!” exclamó. Pero en algún momento tenía que abandonar su sueño y seguir trabajando, así lo hizo, y siguió con sus labores domesticas, no sin antes volver a colocar el protector que cubría el maravilloso piano. Tal vez no duró mucho este encuentro musical, pero esto fue suficiente para devolverle la vida al abandonado piano del gran salón de la casa Everwood, y fue suficiente para dejarle a ella una sonrisa de satisfacción en la cara y una anécdota nueva. Su cometido se había logrado, y la sola idea de tocar ese magnífico piano le daba escalofríos de emoción. Y nunca nadie supo que esta simple ama de casa le trajo vida nuevamente a este piano elaborado por delicados ángeles y dioses de la música clásica que se encontraba cuidadosamente guardado en el gran como el tesoro que era.