REFLEXIONES ONLINE
Rumbo al viento
Dejándote llevar por el viento, te transportas de lugar en lugar, de rincón en rincón, desde el Desierto del Sahara hasta los confines de la tierra. Hoy te presentas ante mí, pero a seguidas te elevas y en un suspiro pierdo tus huellas. En un pestañar ya no quedan rastros de ti, eres como la inspiración de un verso que llega y se aleja. Tu figura semejante al algodón, frágil, ligera, inconsistente, danza al antojo de la brisa que sopla suavemente. Mis manos intentan inútilmente sostenerte, atraparte un instante para examinar qué escondes dentro de ti, muero de curiosidad por descubrir el enigma del que estás hecho. Tu aspecto guarda cierta similitud, al menos para mí, con la pureza de un alma libre, un ánima que se desplaza sutilmente por doquier, cuyo refugio fugaz está en cualquier parte, en la cima de una montaña, en lo profundo del océano, en el pasto delicado de un valle, en el abrupto asfalto de un camino vecinal o en la rama más alta de un árbol frondoso. Tu soltura y transparencia despiertan en mí la dicha de confesar que todavía existen cosas verdaderas, que guardan una armonía con todo aquello que le rodea. A través de ti puedo ver una dimensión distinta a la acostumbrada. Puedo observar como los unicornios juegan dulcemente entre sí, sin malicia se acarician su pelaje ondulante, en un vaivén delicado de ademanes. A derecha, hay un espacio infantil; puedo distinguir unos columpios entre la arena y la hierba. En estos, se elevan al viento varios niños, ajenos a la cotidianidad de mi realidad. Sus risas inocentes delatan su condición de ángeles celestes. No puedo distinguir sus rostros pero de ellos se desprende un destello de luz que deja al descubierto la esencia de su ser. Un poco más alejado de ellos, veo un puente de madera, atravesado por un rio extenso de aguas cristalinas, cuyo frescor y pureza dan vida a las plantas que danzan al unísono en cada orilla. Salgo de esta ilusión, para volver a pensar en ti. Para volver a ser feliz con el simple hecho de verte, aunque no sea constante, aunque tu partida inesperada me arrebate unos segundos de alegría. Quedaré siempre agradecida de haberte hallado, de haber descubierto entre tu ser inexplicable, distintas razones por las cuales aprender a ver la vida de la forma que quiera.

