LA CUARTA PARED
Una vida más fácil
Por elección propia o por destino, todos tenemos nuestro propósito diario, ya sea cumplir con un trabajo, mantener un hogar o gobernar un país. Nos acostamos sabiendo que no conseguiremos dormir hasta que hayamos repasado lo que hicimos hoy y lo que haremos mañana. Todo va tornándose tan difícil y, como si fuera poco, van apareciendo problemas ‘periféricos’ que se añaden a nuestra carga: un familiar enfermo, la renuncia de un compañero de trabajo… pareciera que todos se combinan para sacarnos el aliento. Si aún con este caos, tomáramos una copia de “El viejo y el mar” y osáramos leer, seguro causaría un choque en nuestro sistema. ¿Quién es este hombre? – preguntaríamos al encontrarnos con Santiago, y en lo más oculto de nuestro orgullo sentiríamos un poquito de vergüenza por todos esos pensamientos que no nos dejan dormir. Santiago es un pescador con un problema en la forma de 84 días sin atrapar pescado. Su avanzada edad no es escudo contra las burlas que desata su mala racha, y hasta su joven aprendiz es enviado a pescar con otros. Pero un día, el anciano decide remar más adentro. Es entonces cuando un pez poco común muerde su carnada, un pez tan grande que sus debilitados brazos no pueden levantarlo. Y así empiezan sus luchas: Santiago por no dejarlo escapar, y el pez por no quedarse atrapado. Dos días pasa en altamar, bajo sol y brisa, mal alimentado pero con la certeza de que sin presa que vender en el mercado, quedaría aún menos para sobrevivir de vuelta en el pueblo. Es suficiente como para no dormir, para estar seguros de que la vida se ha ensañado con nosotros. Pero por algo Santiago es el personaje más recordado de Hemingway. Adolorido y hambriento, tiene cosas más importantes en que pensar, cosas que no tienen mucho que ver con su miseria. Piensa en el cansancio del pez, en la lástima que será matarlo cuando en estos días ha sido su único amigo. Aún con los brazos temblorosos del peso, Santiago está agradecido de su trabajo porque: “ ¡Imagínate que tuviera uno diariamente que matar el sol! Nacimos con suerte…” Vivir resulta más fácil si apreciamos lo bueno de cada día. Quizás la paz se encuentra dejando de ser víctimas; aceptando que las circunstancias no nos afectan sólo a nosotros. Al tercer día, Santiago mató y ató el pez a su barca. Y a pesar de que a su regreso los tiburones comieron la mayor parte de su presa, esa noche, a diferencia de nosotros, fue a la cama y en cuestión de segundos, soñó tranquilamente con leones blancos en una costa Africana.