CALIDOSCOPIO

Memorial

No todo está perdido cuando queda algún recuerdo. Pero, si la luz urde el tiempo, una mano pavorosa intentará balancearse en vano por las ráfagas del aire, en busca del temblor. El rastro trashumante pertenece a un campo inexplorado donde florece el polvo de la nada. Sin recuerdos, no volverán el andamiaje en su bóveda sagrada, ni los trajes flagelados, ni los rostros de cartón salpicados por la noche. Piedras y arena sin lágrimas serán el débil recinto de la bruma detenida. ¿Algo más que ese sabor a dicha inexistente? ¿Vivir sin ranuras?, ¿mirar sin entender la enredadera en la noche que resopla? La nada y su pasión por la penumbra son los mágicos recintos a dónde iremos a parar sin gritos ni congojas. Allí entraremos en filas, obedientes y tranquilos como hilos de papel. Ni la memoria de las piedras, ni la pasión por los sargazos nos hará volver la vista atrás. Solos, fríos e incoloros, seremos estatuas murmurantes, calcinadas.

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