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¿QUÉ LEER?

Alfaguara y El viajero del siglo

La literatura en lengua española contemporánea cuenta con diversos premios para resaltar libros y autores. Algunos de estos certámenes ya son célebres, debido a la fuerte proyección de las obras galardonadas. Uno de ellos es el Premio Alfaguara, de gran difusión en el mundo iberoamericano, el cual se ha organizado en dos etapas. La primera inició en 1965, cuando el premio fue obtenido por Jesús Torbado con “Las corrupciones”, y se extendió hasta 1972. De estos siete premios (el concurso de 1969 fue declarado desierto), seis recayeron en prestigiosos novelistas españoles, mientras que el de 1970 lo obtuvo el chileno Carlos Droguett. Desde entonces el concurso dejó de ser convocado, hasta que reapareció con nuevos ímpetus en 1998. Aquí inicia su segunda y fructífera etapa, cuando el galardón cayó en mano de dos escritores latinoamericanos: Eliseo Alberto (“Caracol Beach”) y Sergio Ramírez (“Margarita, está linda la mar”). En este período, los novelistas iberoamericanos han tenido mucha presencia. El más reciente Premio Alfaguara fue para “El viajero del siglo”, del joven narrador argentino Andrés Neuman. Esta novela transcurre en el extraño pueblo de Wandernburgo, una pequeña y extraña ciudad fronteriza que todos los días parece cambiar su ubicación en el mapa y en la cual sus edificaciones modifican a su antojo el lugar que ocupan en el espacio. A esta localidad llega un turista atípico: Hans, que en un principio tiene la finalidad de marcharse en cuanto aparezca el amante, pero a medida que se relaciona con ciertos personajes: el organillero, el Sr. Gottlieb, y sobre todo, Sophie Gottlieb, de quien se enamora con fascinación, toma la decisión de quedarse una temporada que le define el rumbo de su vida, aunque luego deba retomar su impulso viajero. Neuman retrata con perfecta nitidez los escombros oscuros de sus personajes; pocos, pero con mucha historia. Deja que los sean los personajes y sus historias, y no al revés. A través de ellos es que se traza el hilo conductor de la historia. Podemos ir con ellos y mantener la expectativa, no de lo que va a pasar en la novela, sino de lo que ellos van a hacer que pase. No hay personajes más ni menos trascendentales en esta historia, todos juegan un papel relevante en la composición de los hechos; hasta Franz, el perro del organillero, es imprescindible. Con esta narración el lector queda con la huella de alguno de los personajes, el que más le guste, con el que más se identifique, más que con la idea de la historia. Deja la reflexión de un libro que nos dio todo y que no necesitó de nuestra interacción para imprimirnos el carácter de una de sus creaciones. La próxima semana tendremos un encuentro con Neuman y su novela premiada. Será este jueves 19 de noviembre a las 7:30 p.m. en el Centro Cultural de España. No nos perdamos de este viaje, de este encuentro en el tiempo.

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