La diversidad humana se pronuncia en “uno con todos”

“Yo. Tú. Él. Nosotros. Vosotros y ellos”. Se puede observar que todos conforman un conjunto, que como colectivo de diferentes indicativos los hace separados. Yo, yo, en primera persona es quien comanda, haciéndose preponderante en su determinación de egocéntrico, ególatra, egoísta. Narciso. El yo crea un campo de absoluto dominio, entendiendo que tú y él son dependientes a sus sentimientos y determinaciones.

La diversidad se pronuncia en todos los otros, y como estamentos se contempla. “Nosotros. Vosotros y ellos”, ya aquí, hay una estructura abarcadora, donde nosotros estamos integrados como humanidad, sociedad y familia; aunque entre todos, se haya perdido el humanismo que debe ser el vínculo que los una en un solo núcleo, heterogéneo en su manifestación; pero homogéneo en la esencia que los nutre. Se dice que en el principio Dios dijo: “Hágase”, no se pronunció como “Yo hago”, se hizo participativo a todos en el mandato de hacer, y en conjunto se hizo.

Aunque la humanidad se deslinde como algo separado de ella misma, no menos cierto es que es el conjunto donde, unidos y en cooperación, se debe dar el impulso real de una íntima convivencia de unos con todos. Separados no se logran los objetivos para los que fuimos creados, que son vivir en armonía, paz, amor, servicio y respeto, de los unos a los otros. Porque la decisión del yo egoísta y lleno de codicia afectará con dolor, en cambio si es participativo, será congruente a los valores fundamentales, que deben regir en una sociedad sana, y el gozo de sabernos todos uno en hermandad.