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¿QUIÉN EDUCA AL PUEBLO?

La fe, si no tiene obras, es fe muerta

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Maruchi R. de ElmúdesiSanto Domingo, RD

“La liturgia de hoy proporciona una respuesta a la pregunta: ¿En qué consiste la esencia del hombre? En la primera lectura se dice que tres son los rasgos del hombre según el designio de Dios: que es un ser “que escucha”, que sufre, que experimenta la presencia y asistencia de Dios. El texto del Evangelio presenta a Jesús como la perfecta realización del hombre: El ungido de Dios, el varón de dolores, un siervo obediente hasta la muerte, el que pierde su vida para salvar las de los hombres. El Apóstol Santiago en la Segunda Lectura enseña que el hombre es aquel en quien fe y obras se unen en alianza indisoluble para lograr la perfecta realización humana.”

Y es que la fe simplemente por creer, pero, sin realización humana para los demás no tiene sentido, está como muerta. “El hombre es el ser a quien Dios le ha capacitado para “escuchar”, igual que los discípulos. Es un discípulo de Dios, que implica además de la escucha teórica, la escucha que conduce a la realización de lo escuchado, de la voz originaria que le precede y que norma su vida. En otros términos, el hombre es un discípulo obediente de Dios. El hombre no es un ser para la muerte, pero sí un ser para el sufrimiento. El sufrimiento es la plataforma en la que se forja el hombre; es el molde en que se configura su personalidad; es la frontera, el caso límite que revela su temporalidad; es la cifra real y misteriosa de la condición humana. El hombre es el ser asistido por Dios, en quien Dios muestra su presencia constante y eficaz. Esa presencia divina resulta ser la roca en que se fundan todas las grandes certezas del hombre; el faro luminoso que orienta al hombre en la oscuridad; el estandarte que le enardece en la batalla por ser y hacerse hombre cada día. Se puede decir, que quien excluye la solidaridad, la escucha, el dolor y la presencia divina de la concepción del hombre, no sabe realmente qué es el hombre.”

Señor, que la luz del Espíritu Santo me ayude a comprender que “la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad.” ¡Amén!

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