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¿QUIÉN EDUCA AL PUEBLO?

Yo soy el pan vivo bajado del cielo

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María Teresa R. ElmúdesiSanto Domingo, RD

Agosto es un mes de muchos santos, entre el que se encuentra Santo Domingo de Guzmán nuestro Patrono. además de la Dedicación de la Basílica de Santa María y la Transfiguración del Señor: Una primicia de lo que vamos a vivir cuando vayamos al Encuentro del Señor. Una forma de ver que lo que El Señor dijo en su Mensaje, es verdadero, y no invento de hombres.

En la Transfiguración vivimos esa realidad tangible del que el Profeta Daniel ya nos había hablado en el Antiguo Testamento.

“Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se le aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces, Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacernos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo”. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de “resucitar de entre los muertos”. (Mc 9, 2-10)

Este pasaje del Evangelio de Marcos, es sumamente importante para nosotros. Pues, vemos que verdaderamente Jesús es el Mesías, el que iba a venir al mundo. Y es el apóstol Juan, el que más nos habla del pan vivo bajado del cielo.

La liturgia de hoy pone el acento en la eficacia y el poder de la Eucaristía. El pan eucarístico que Cristo nos da está prefigurado en el pan que un mensajero de Dios ofrece a Elías (Primera Lectura), “con la fuerza del cual caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.”

El pan del que Cristo habla en el Evangelio es el Pan bajado del cielo, es el pan de vida, de una vida que dura para siempre, es su carne por la vida del mundo. Es carne ofrecida como oblación y víctima de suave aroma, que da fuerza a nosotros los cristianos “para vivir en el amor con que Cristo amó.” Es por eso que no podemos evitar “comer de ese pan”. Por eso es importante que comulguemos a menudo para evitar las tentaciones del mundo, del mal y de la carne. ¡Amén!

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