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ÁNIMO EN DOS MINUTOS

El asunto es tocarlo en secreto

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Luis García DubusSanto Domingo, RD

“He comprendido que Dios me acepta a mí tal como soy. No me exige que cambie para amarme”, dijo J. J., y “en este momento acepto a mi hija tal como es, y la amo sin exigirle que cambie”.

“Me he dado cuenta, en este momento, que no tengo derecho a rechazar a mi hijo porque hizo algo que yo desapruebo”, añadió R. P. “Si el Señor me ha perdonado a mí, yo voy hacer lo mismo. Iré a casa de mi hijo, lo perdonaré, y conoceré a mi nieto...”.

Yo estaba presente cuando estos dos hombres dijeron esas frases, presencié esos milagros de sanación y reconciliación. Dos hombres con valor para perdonar y con coraje para ceder. ¿Cuál era la causa?

Ellos habían tocado al Señor, y en consecuencia del Señor salió una fuerza que los curó.

A uno le cambió su intransigencia en tolerancia. Al otro le transformó su rencor en amor. Y ambos, con gran paz y alegría, dieron gracias a Dios con lágrimas en los ojos.

El evangelio de san Marcos 5, 21-43 nos narra el caso de una mujer que sufría, desde hace hacía doce años, de una constante hemorragia, todo lo gastó, pero “en vez de mejorar, se había puesto peor”.

Oyó hablar del Señor, y, acercándose a Él, le tocó el manto diciéndose: “Si le toco siquiera la ropa, me curo”.

Y así sucedió. El mismo Señor sintió que de Él “salió una fuerza” que la curó. Y al saber quién lo había tocado, le dijo:

“Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz, y sigue sana”.

¡Tocar con esa confianza! Lo mismo que hicieron J. J. y R. P. No sé qué será más difícil de curar: si una hemorragia de sangre, o la intransigencia, o el rencor. Lo que sé es que:

El Señor está vivo hoy.

Y también sé que quien toca con fe y confianza al Señor, al quedar curado, recupera la paz y la alegría.

LA PREGUNTA DE HOY

¿Qué significa “tocar al Señor”, y cómo puedo lograrlo?

Está en Mateo 6, 6: “Entra en tu cuarto, y después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allá, en lo secreto…”

Es bueno acudir a Él con una necesidad específica y con la confianza de que Él puede ayudarlo.

Eso fue lo que hizo la señora con la hemorragia, ¿lo ve usted?

Si tiene usted ahora mismo una necesidad que no puede solucionar, solo acuda al Señor con confianza, entre en su cuarto, cierre la puerta, y Él, en lo secreto, en el silencio, le ayudará.

Toque al Señor con confianza, con fe, y de Él saldrá una fuerza: la fuerza que usted necesita.

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