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ÁNIMO EN DOS MINUTOS

A mí me confundieron

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Luis García DubusSanto Domingo, RD

“Tu papá te va a castigar…”.

“Deja que llegue tu papá para que tú sepas lo que es bueno...”

La figura del papá era una amenaza. Le teníamos miedo.

El Padre

Cuando me enseñaron el Padrenuestro, traspasé inconsciente e inmediatamente ese miedo a Dios.

Para mí hubiera sido mejor que me enseñara el “madre nuestra”, porque identificar a Dios con una mamá me hubiera acercado mucho más a la verdad. Total, que a mí me confundieron. Yo no tenía ni la más mínima idea de que “papá Dios” era también, igualmente, “mamá Dios”, y que de no era alguien a quien yo tuviera que tenerle miedo.

Lo contrario de amor no es odio, sino miedo, y hoy, después de muchos años de revisión y reconstrucción de mi imagen de Dios Padre, he comprobado que tenerle miedo a Dios es injusto y contradictorio.

El Hijo

Todo acerca del Padre me lo ha revelado su Hijo Jesucristo. También que no es cierto que yo haya nacido para vivir sufriendo sin sentido en un valle de lágrimas. Que Él me ha salvado, y ha conseguido para mí la misma vida que él tiene.

No hay nada que yo agradezca más a Jesús, que el hecho de regalarme la capacidad de tener una relación amorosa con su Padre, y de revelarme que sólo porque yo lo reconozca y me acoja a Él, su Padre será mi Padre. (1ra Juan 2,23 y 3,1). Un Padre en cuyos brazos puedo descansar.

El Espíritu Santo

Pero hay más. El Padre y el Hijo me han regalado su Espíritu, para que se convierta en mi maestro y guía interior, para que jamás esté solo, sin desaliento ni desorientación, siempre puedo acudir a ese Espíritu que vive en mí y recibir la sabiduría y fortaleza.

Le dicen “el gran desconocido” porque nunca habla de sí mismo, sino del Padre y del Hijo.

Hoy es su día: el día de la Santísima Trinidad.

Misteriosa realidad que da fundamento y sentido a la vida humana, ya que la experiencia de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo no es algo abstracto, sino historia nuestra, concreta, e ilusionante experiencia personal.

Nota:

La experiencia humana más cercana a la confianza que merece la persona de Jesucristo, normalmente, es la persona de la madre. Hoy recuerdo a mi mamá con cariño y agradecimiento, y en oración, le digo: “Gracias, mamá”.

Tu cuidado y tu ternura son únicos en mi vida. Te quiero. Sé que estás con el señor. Sé que te oiré cantar nuevamente, y eso solo me impulsa a seguir adelante”.

Si usted puede mostrar cariño a su madre de manera personal hoy, dele lo que tiene. Mañana quizás tenga que hacerlo en oración.

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