Dos minutos
El Señor y usted
“La verdad es que tengo que reconocer que he cambiado. Sin darme cuenta, el Señor me ha ido transformando poco a poco. No reacciono como antes. Tengo más paciencia y más dominio de mí.”
Me alegró oír a mi amiga F.J. expresarse con esos términos. Acostumbradas como estamos a criticarnos, que reconozca sus progresos…
Entonces añadió: “Y eso, que, sinceramente no siento que mi fe está más fuerte, muchas veces no siento nada…”
¡Qué interesante! Una persona que admite la transformación que ha ido haciendo Dios, afirma que no hay tanto fervor sentimental en su relación con Dios.
¿No será éste el caso de muchas personas? Si usted ha mantenido una relación de amistad con el Señor, Él, aunque usted no lo sienta, le ha ido transformando poco a poco, porque: La amistad con Dios es transformante.
Nuestra mala costumbre de ver sólo los defectos, nos dificulta apreciar esta transformación.
Así como el error de juzgar nuestra relación con Dios por lo que sentimos y no por la transformación que Dios obra en nosotros.
La buena noticia de hoy (Mateo 9, 36 ss.) es que el Señor sigue transformando, y dando alegría, a los que se relacionan con Él.
Y, a esos que beneficia con su amorosa presencia, también nos confía un encargo. Una misión vital. Hoy más que nunca, el Señor desea que aceptemos este encargo, confiando humildemente en su poder.
Nuestra misión, en medio de las actuales amenazar de divisiones y de violencias, es una visión de paz y alegría.
Los hijos de Dios, hoy más que nunca, echamos fuera los demonios de la crítica, del negativismo y del desaliento.
La pregunta de hoy ¿Cuál es nuestra misión?
Tenemos dos:
1ra. Dejarnos transformar por Dios, quien, si se lo permitimos, nos irá convirtiendo en personas con amor, con paz y con alegría.
Y la 2da. es que, por medio nuestro, Dios trasforme NUESTRO ENTORNO. Que los que están a nuestro alrededor reciban de nuestra parte la Buena Noticia de que “el Reino de Dios está llegando”, y que nuestra transformación así lo demuestre.
Es así como seremos hijos agradecidos de Dios que damos a los demás, gratuitamente, lo que hemos recibido de Dios gratuitamente” (Mateo 9, 36 ss.)
¡Adelante, amigo, amiga, confíe en Dios y confíe en usted!.