Al final del camino solo queda el amor, la virtud eterna

Si hoy fuese tu último día en esta tierra, ¿tendrías la conciencia tranquila? ¿Sentirías que ha valido la pena tu existencia? ¿Has cultivado suficiente amor para partir contento? ¿Tendrías la dicha de despedirte sin lamentaciones? ¿Crees que tu vida ha sido lo suficientemente buena para haber dejado un legado de bondad? Si estas preguntas te hacen reflexionar para enfrentar ese día que definitivamente llegará, entonces estás bien encaminado porque eso es en esencia lo mejor que debemos ofrecer.

¿Enfocaste tu vida en lo que te faltó o en lo que te sobró? Porque muchos se olvidan de que todo lo terrenal al final quedará y tú sencillamente te irás como viniste: sin nada, las pertenencias, el dinero, la fama, tu profesión, todo lo que tu ego te ha hecho pensar que te pertenece simplemente se queda, y tu cuerpo se descompone y lo orgánico queda para siempre sin mayor uso más que los huesos, pero si eres lo suficientemente bueno para superar esa realidad, los que te sobrevivan te recordarán como un ser compasivo, que luchó contra sus situaciones y que sembró suficiente amor.

Somos amor, esa es la gran lección que todo el mundo olvida por vivir demasiado lo que nos hace estar totalmente identificados con lo que creemos que somos; no somos un cuerpo con experiencia espiritual, sino un espíritu con experiencia material.

No olvides que somos amor, y por medio del perdón nos conectamos con esa virtud eterna, lo único que queda: amor.