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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Cuarto y último domingo de adviento. Ya la llegada del Señor está cerca. Durante toda esta semana, las lecturas del Antiguo Testamento nos hablan de la grandeza del que ha de venir. Incluso en la primera lectura de hoy tomada del Libro de Miqueas, se refiere a la pequeña Belén de donde saldrá el jefe de Israel. “Jesús, al nacer en Belén, lleva a cumplimiento la profecía, en actitud de obediencia a la historia salvífica trazada por el Padre.” Jesús se hace ofrenda por obediencia al Padre, para lograr nuestra santificación: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”. (Carta a los Hebreos 10, 5-10)

¡Qué vocación de servicio a los demás! ¡Cómo debiéramos aprender de Él, que es manso y humilde de corazón y vivir con esa disponibilidad de servicio hacia nuestros hermanos! Especialmente en un mundo tan descreído como el que nos ha tocado vivir. Y qué decir de María, que embarazada, se olvida de sí y corre a acompañar a su prima Isabel, quien también se encuentra embarazada, del que sería Juan el Bautista. ¡Otro milagro del Señor!

Y qué decir de Isabel, ¡cómo siente la grandeza del Señor en el vientre de María, cuando expresa, llena del Espíritu Santo: “Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. (Lc 1, 39-45) ¡Qué fe tan grande, la de Isabel! Oh Señor ¡auméntanos la fe, para creer como ellos creían!

“No sabemos si Uds. creen. Nosotros creemos. Sabemos que en los escritos del Evangelio no especifica que Jesús nació en una cueva, ni un 25 de diciembre. Nosotros creemos en el mensaje, en el hecho del nacimiento de Jesús, en la señal de la humanización de Dios. El niño Dios es El que nos interroga. El, es la personificación de la Palabra de Dios. Del mismo Dios que había hablado de varias maneras, a través de la creación, de la naturaleza, del sol que brilla y nos calienta, de las rosas de mil colores que se abren, de la risa de los niños, de la palabra de los profetas. Este Dios nos habla ahora a través de este niño. Este niño que nos dirá el evangelista Juan: “La vida estaba en El y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece entre las tinieblas y las tinieblas no la vencieron”. (Jn 1, 4-5). ¡Feliz Navidad!

¡Que el Señor Jesús nazca en todos los corazones de buena voluntad! Amén.

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