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SENDEROS

Final nos pone ante nuevo inicio

Muchos evitamos el tema de la muerte, y existe una gran variedad de textos que la abordan, algunos con la perspectiva atea como la de Pepe Rodríguez en su libro Morir es nada, muy bueno dentro de su cosmología tomando en cuenta que para este autor pragmático y carente de toda visión metafísica, la muerte supone -como dice su nombre- relativamente nada.

Paradójicamente, comparto este punto: la muerte es tan natural como el crecer, como el nacer y como el reproducirse, pero lastimosamente hay un algo más: la muerte misma puede enseñarnos mucho y darnos lecciones poderosas, para aquellos que continuamos aún en el camino de la vida.

Con otra perspectiva encontramos a la doctora Elizabeth Kübler-Ross con el libro La rueda de la vida, donde relata sus experiencias y estudios sobre la experiencia de morir, que adquirió en su práctica médica. Explica cómo enfrentar con dignidad ese momento vital, como ella misma lo definía. La doctora Kübler-Ross era suiza, y su gran habilidad y humanismo la llevaron a ser una exitosa escritora sobre el tema. A pesar de tener una mente de rigurosidad científica, siempre se adentró a pensar que la muerte suponía la puerta a algo más englobador y nunca se cerró a la posibilidad de encontrar otra dimensión superior post mortem.

Estos autores, respetados en sus áreas, no son los únicos que han escrito sobre este interesante tema. Hay muchos más que se atreven a desafiar el establishment científico; por ejemplo, el médico neurocirujano Eben Alexander, en su libro La prueba del cielo, nos relata su experiencia cercana a la muerte debido a una meningitis causada por la bacteria E. coli, la cual es muy raro que afecte a los adultos, suponiendo un alto grado de mortalidad. El doctor Alexander pasó siete días en coma y su experiencia es relatada en este libro, que lo hizo sufrir el ostracismo de la comunidad científica y la burla de muchos que lo ven como un chiflado, afectado por una experiencia que lo trastornó.

A la comunidad científica se le hace difícil explicar los procesos oníricos y se envuelven en teorías oscuras y complejas intentado explicar algo en que la lógica y la razón se quedan cortas. Los sueños no tienen una forma estructural y coherente de explicarse y, sin embargo, nadie puede dudar de su existencia. La realidad post mortem es ampliamente puesta en duda y nadie de la comunidad científica quiere verse mermado en su credibilidad.

Para mí la muerte de mi madre-abuela y de mi hermana mayor han representado los mayores aprendizajes. Pueden pasar años y siempre sentimos ese deseo de reconectarnos, aunque sea de forma efímera con nuestros seres amados y nuestra alma sabe que no es el final, sino el inicio de una realidad desconocida y misteriosa. Pepe Rodríguez tenía razón, la muerte no es nada, sino que lo es todo cuando asumimos que nos abre la puerta a un mundo totalmente nuevo, diferente y espiritual.

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