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¿Estamos con César o con Dios?

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

En una ocasión, unos individuos se le acercaron al Maestro Jesús, y le preguntaron: ¿Es lícito dar tributo al César? Y tomando Jesús una moneda donde estaba grabada la figura de César Augusto les contestó: “Dadle al César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.”.

Esto nos da una confirmación de las pruebas que debemos superar. César es la augusta corriente materialista (dinero, fama) al que a diario nos identificamos e involucramos el alma, y por ende, la sanidad interior; comprometiendo en consecuencia, la dignidad y probidad del ser, por lo vano y transitorio de su naturaleza cambiante. César también, es el efecto del mundo que causa dolor, cuando sus atracciones doblegan con delirio sofocante a los sentidos, en pos de su disfrute y gratificación con egocéntricos deseos.

La naturaleza en todo esto nos impele a reconocer que existen deberes y leyes en el mundo las que se deben honrar, como son pagos de impuestos por servicios, que sustentan el erario público, para mantener la infraestructura del estado en beneficio de los ciudadanos; y eso fue lo que reconoció Jesús, y con fuerza nos exhorta a cumplir con ellos. Ahora bien, ¿cuál es anverso de esa moneda? El anverso fue: “Dad a Dios lo que es de Dios”. El aspecto a que se refiere Jesús de Dios es reconocer los talentos que se nos entrega, y ponerlos a trabajar en interés de contribuir al desarrollo del amor en nosotros, y en la humanidad.

A dispensar ese amor con servicios y obras al prójimo. A honrar con devoción su nombre sobre todas las cosas. Por ello enfatizaba “No se puede servir a dos dioses”. Y fue muy claro y contundente, Dios debe ser lo más importante en nosotros, viéndolo a Él en todos nuestros asuntos, y este último, es el desarrollo integral que es parte del contexto y programa humano divino, la verdadera simbiosis y equilibrio en el ser.

Cabe entonces señalar, que ese desarrollo consciente, es capaz de anular los efectos dañinos del augusto mundo del césar materialista; Ayuda y facultad para trascender las personalidades de la conciencia inferior o ego, a las altas esferas o dimensiones del Yo Superior; y por tanto, le permite al hombre desahogarse de las presiones que lo sojuzgan con dolor y lo precipitan al sufrimiento, al recibir como efectos, cuando se separa de las esencias sostenidas en los valores humanos y espirituales; que es donde se sostiene la verdad, el amor, la paz, la rectitud y la no violencia.

Por tanto, es hora ya de elegir: ¿Estamos con César o con Dios? la decisión es urgente, el tiempo apremia; porque la conciencia actual está en una de sus etapas más cruciales (Era de Kali Yuga) el máximo nivel de materialismo e inversión de valores, con lo cual, ya es imprescindible salir del ostracismo, oscuridad y efectos de la ignorancia.

Y con ello entonces, ser electivo a disfrutar del Cielo que en integración con el mundo se harán paradigmas de Bienaventuranzas, al poder discriminar con sabiduría “Lo real de lo irreal, lo verdadero de lo falso. Y lograr el reconocimiento, de que detrás de todos estos aspectos, la realidad es que somos divinos y solo uno, en apariencia, dispersos en la diversidad heterogénea.

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