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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

“Quiero hablar a los faltos de juicio”

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Hoy voy a hacer un alto en el Evangelio de Juan, porque pienso que este pasaje del Libro de los Proverbios tiene que ver mucho con el banquete de que Juan siempre ha hablado en ese capítulo 6, y podemos comprender un poco más cómo el Nuevo Testamento es una respuesta a las promesas del Antiguo. Lo que se prometía en el Antiguo Testamento siglos antes, se cumple en el Nuevo. “Gustad y Ved qué bueno es el Señor, que nos libra de nuestras angustias” (Salmo 33).

Ya en el Libro de los Proverbios, el Señor les hablaba a los faltos de juicio y les decía: “Vengan a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejen la inexperiencia y vivirán, sigan el camino de la prudencia”. Y es que siempre esta promesa del Señor ha sido difícil de asimilar en la mente de los que no tienen fe: “Mal están las cosas para los que no comprenden nada y se burlan de la enseñanza. Se condenan a sí mismos.” Y es que como dice en el Libro de los Proverbios: “El que corrige al arrogante se acarrea desprecio, y el que reprende al malvado, insultos. No reprendas al arrogante, porque te aborrecerá; reprende al sabio, y te amará. Da al sabio y se hará más sabio todavía; enseña al justo, y crecerá su doctrina.

El comienzo de la sabiduría es el temor de Dios, y la ciencia de los santos es inteligenciaÖ Si te haces sabio, te haces sabios para tu provecho, y si arrogante, tú solo lo tendrás que pagar.” Ese pensamiento estaba escrito en las paredes de mi colegio donde estudié, y siempre lo he tenido en mi mente: “El temor de Dios es el principio de la sabiduría”.

¡Qué enseñanza! “La sabiduría invita a un banquete en su casa de siete columnas (símbolo de la perfección). También Jesús un día invitará al banquete de Dios (Mt 22,1; Lc 14,16), y se ofrecerá a sí mismo como alimento.” (Biblia de Jerusalén). El Salmo que tenemos en el día de hoy, es el 33 y es un himno del Rey David quien clama a Dios para que libre al justo que se confía en Él, de sus angustias, y busca la paz. El malvado, en cambio, perecerá. Este pues es un himno a la justicia divina. “Bendeciré a Dios en todo momentoÖ Mi alma se glorifica en el Señor, óiganlo los humildes y alégrense... He buscado al Señor y me ha respondido, me ha librado de todos mis temores... Cuando el pobre grita, el Señor oye, y le salva de todas sus angustias. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el hombre que se cobija en Él.” Amén!

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