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SENDEROS

El perenne cambio de nuestros caminos

Las personas necesitan reinventarse, hacer de sus vidas algo nuevo, tal y como las grandes empresas reinventan sus productos, sus servicios y lanzan campañas de publicidad puntuales y bien trabajadas. El ser humano con el tiempo necesita un cambio necesario, cambiar de ambiente, de trabajo, renovar sus antiguos paradigmas personales y darles un nuevo aire en búsqueda de la satisfacción personal; no somos estáticos, no somos seres finalizados, sino que siempre estamos transformándonos. Ni siquiera nuestras células son las mismas, ellas al final de cada ciclo mensual se renuevan.

De la misma manera aferrarse a un trabajo que ya no te da satisfacción, a una relación de pareja que parece ya no funcionar, o seguir en la vida cambiando de pareja como cambiar camisas es algo que no nos trae cambios sino sensación de rutina. Experimentar el cambio implica cambiar de perspectiva en la vida, es asumir que debemos de darnos oportunidades de conocer cosas diferentes y de aceptar lo que la vida nos ofrezca al respecto.

El cambio llega a medida te conviertes en adulto, a medida que coleccionas décadas en tu edad, vas encontrando miles de nuevas experiencias que te dan contenido como persona, ya lo que ayer te alegraba deja de manera silenciosa de serlo y otras cosas se añaden a tu centro de atención; dejas la juerga y te centras en proyectos que a medida avanzan le dan nuevos brillos al camino de tu existencia, pasas por el ciclo del amor y el desamor, por el ciclo de la alegría y la tristeza, del encuentro y la pérdida, y miles de dicotomías se añaden a tu experiencia de vida, y tú sigues siendo el centro de todo a pesar que tu cuerpo ya no es el mismo de años atrás, a medida que envejeces también los cambios te persiguen, te salen canas, tu pelo cambia de color, la juventud deja de verse en la cara y empiezas a verte de acuerdo a tu reloj biológico, el cambio finalmente hace acto de presencia y debes de forma seria y precisa asumir sus resultados.

Para sentir la exquisitez de ese pequeño lapso que llamamos vida, debemos de aceptar el perenne cambio en nuestros caminos, asumir que vamos a cambiar, que vamos en la ruta del tiempo el cual no se detiene ni se detendrá. Ahora que casi llego a los 50 he vivido muchas experiencias que me hacen sentir orgulloso de mi vida, conocí la paternidad muy joven, pero a la vez ahora mis hijos ya tienen una edad que muchos quisieran ver en los suyos, terminé una carrera académica que muchas personas jamás pensaron que pudiese finalizar, he iniciado proyectos de vida que me han dado muchas satisfacciones, y he amado intensamente tanto a las que fueron mis compañeras de viaje en mi destino como a todos aquellos que formaron parte del barco de mi existencia, la vida me dio cambios que hicieron entender mi propia mortalidad, en algún momento inexorablemente conoceré también el fin del camino y el inicio talvez de otra más interesante. Deseo que los cambios que aún me esperan me hagan digno de reencontrarme con la hermosa alma de mi madre que hizo su transición hace diez años, contando con 91 años. La vida es eso, cambio tras cambio, desde el momento que nos concibieron hasta el momento de la muerte, el cambio siempre estará ahí recordándonos que somos el cambio en sí de eso que llamamos cuerpo en algo que llevamos en nosotros llamado alma.

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