REFLEXIÓN

¡Poneos en camino!

Avatar del Listín Diario
Teresa Valentí Batlle M.C.J.Santo Domingo

Verano. Vacaciones para unos pocos. Campamentos para pequeños y grandes, los afortunados. La crisis restringe las opciones. Buena oportunidad para asimilar en el tiempo lo vivido durante el curso. Recuperar energías, ponerse en camino fortalecidos por la Palabra de Dios. Con un imperativo nos dice Lucas que no nos instalemos porque “la mies es abundante y los obreros pocos”. Un inciso importante descubrimos en esta llamada de “marcha”. “Cuando entréis en una casa, decid primero: ¡Paz a esta casa!” y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz... Está cerca el Reino de Dios. Es como decirnos: No perdáis tiempo, cultivad el espíritu, anunciad el mensaje de vida. No andéis acelerados, tomad vuestro tiempo para reflexionar sobre la autenticidad de vuestros compromisos. Arriesgaros, no tengáis miedo de “ser como corderos entre lobos”. La paz del Señor nos envuelve y envía. “No tengáis miedo de la ternura y de la misericordia”, dice Francisco, obispo de Roma. Nos reta a la apertura ecuménica y añade: “Una Iglesia cerrada es una Iglesia enferma”. Al ser el evangelio creativo y persuasivo y no ser la fe un presupuesto obvio, es germen de novedad, un inicio de cambio que hace posible la llamada de Jesús: “¡Poneos en camino!”. La Iglesia no tiene más finalidad que realizar en el mundo la misión de proclamar el evangelio. A Francisco, cuando le preguntan qué camino hay que seguir para superar la fragilidad de la fe, contesta desde su propia historia. Relata con sencillez el proceso de su fe: “Yo tuve la gracia de crecer en una familia en la que la fe se vivía de manera sencilla y concreta; pero fue sobre todo mi abuela, la madre de mi padre, la que marcó mi camino de fe. Era una mujer que nos hablaba de Jesús, nos enseñaba el Catecismo. Recuerdo que el Viernes Santo nos llevaba, al atardecer, a la procesión de las velas, y al final de aquella procesión llegaba el Cristo yacente y la abuela nos mandaba arrodillar, a los niños, y nos decía: ‘Mirad, está muerto, pero mañana resucita’. Recibí el primer anuncio cristiano precisamente de aquella mujer, de mi abuela! ¡Esto es muy lindo! ¡El primer anuncio en casa, con la familia! Y esto me hace pensar en el amor de tantas madres y abuelas que transmiten la fe. Porque Dios pone a nuestro lado a personas que nos ayudan en nuestro camino de fe. Son ellas las que transmiten la fe. Y esto pasaba en los primeros tiempos, pues S. Pablo decía a Timoteo: ‘Recuerdo la fe de tu madre y de tu abuela’ (2 Tim 1,5)”.

Tags relacionados