REFLEXIÓN
Jesús, camino hacia el Padre
En el evangelio de este domingo, Jesús está con sus discípulos y les pide fe: “Crean en Dios y crean también en mí”. Agrega que va a ir a prepararles sitio en la casa del Padre y que volverá para llevarlos con Él al lugar adonde va. “Ya conocen el camino”. Felipe replica: “No sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”. Jesús responde: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Más adelante agrega: “El que me ha visto ha visto al Padre”. Jesús es camino, no un camino, sino el camino. No hay otro sendero para llegar al Padre. Para llegar seguro solo hay que poner nuestros pasos en las huellas de Jesús que amorosamente nos está diciendo “sígueme”. Jesús es también la verdad. En esta época de grandes confusiones y donde tanta gente predica “su verdad”, hay que formarse en la verdadera doctrina para vivir de acuerdo con la verdad del evangelio. Pero también Jesús es vida. Entregó su vida para que nosotros la tuviéramos en abundancia. Y no cualquier vida, sino vida eterna. Durante una gran parte de mi vida caminé sin saber adónde iba. Tomando muchas veces caminos equivocados. Teniendo fe, con minúscula, en verdades a medias o falsas verdades de las que el mundo ofrece hoy en abundancia, y naturalmente viviendo una vida vacía, con un mundo reducido a mi familia cercana y muy lejos de alcanzar la felicidad que todos buscamos. En esta situación llegó a mi vida la oportunidad de vivir un cursillo de cristiandad. En él tuve un encuentro frente a frente con Cristo, y Él me mostró el camino, conocí la única Verdad, tomé la decisión de seguirlo y viviendo su Vida la mía cambió. Los problemas que me presenta el mundo no han dejado de existir, incluso ahora son mayores, pero yo los veo con los ojos del Señor y ahí está la gran diferencia, en vez de preocuparme me ocupo. Creo que son muy pocas las personas que están de acuerdo con la cultura en boga en nuestra sociedad. Tampoco con la estructura social que hemos creado. Hay que hacer un mundo nuevo, pero esto sólo va a ocurrir cuando tú y yo cambiemos de mentalidad y de esa manera pongamos la proa hacia el sueño del santo padre Pablo VI de establecer la civilización del amor.