Desde mi pluma
Seamos ese puente
Hace dos días, el 10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio, fue hallado en el Mar Caribe el cuerpo de un joven que había sido reportado como desaparecido y que presuntamente se quitó la vida.
No sé si le estamos prestando la suficiente atención a la espiral de suicidios, violencia y criminalidad en nuestra sociedad. No sé si estamos siendo lo suficientemente justos con el valor de la vida, o empáticos y respetuosos del espacio y del ser ajeno. Pero creo que no.
He hablado más veces de las que quisiera sobre esta situación tan horrorosa en esta columna. Sin embargo, en esta oportunidad quisiera apelar a la humanidad, lo único que entiendo no deberíamos dejar morir nunca.
Leí en redes sociales una metáfora que me pareció hermosa y que resume a la perfección lo que quiero exponer: “¿Sabes cuando vas manejando bajo la lluvia y el ruido es tan fuerte, pero pasas por un puente y, por un momento, todo se vuelve silencioso y en calma? Seamos ese puente”.
Cuando me entero de que alguien tomó una decisión que lo daña o daña a los demás, orillado por el desequilibrio, la desesperación, la ansiedad o la depresión, solo puedo pensar en si esa persona tuvo o no el privilegio de recibir ayuda, de llamar a un amigo o familiar y desahogarse, si alguien de su entorno pudo evitarlo con alguna palabra de aliento o algún consejo, con un minuto al teléfono, o con un simple café.
Seamos lo que nos gustaría encontrar siempre en el otro. Seamos ese puente para nuestros seres queridos, nuestras amistades, nuestros compañeros. La vida ya está siendo bastante dura como para no serlo.

