Enfoque

Ali-babá y Aladino: La cofradía eterna

Ya los políticos que funcionan, se han ganado el mote de felinos, a muchos le dicen cariñosamente misifú, misu, misuá, pero para distinguirlos de los felinos persas y los angoras, prefiero llamarles baisinos.

Es que por mas retoricas y por mas leyes que se crean, promueven y promulgan, del tipo código penal, al final pesa más el sonido de la alcancía y el circulo de poder, además de la inevitable calaña que les acompaña, como cuadro político de la Gran Partido Mafia Dominicana, y de ahí, que en la pragmática temática y jurídica, se castiga con más dureza a quien se roba un pollo para comer, que a quien defalca el estado, con miles de millones de pesos y varias veces.

De ahí que el hacer como Pilarín se vale en el país de las maravillas, pues definitivamente Alicia se equivocó, pues ese mote debe ser exclusivo de Quisqueya, y si no es así, entonces: ¡Hay Bobo!.

Pero tal vez algunas generaciones posteriores a la mía no distinguen la diferencia entre Aladino y Alibabá, y como uno se parece un poco al Rey Midas y el otro a la cosa nostra, o tierra de Capone.

Pero también esto llama con fuerzas al látigo de Jesús cuando sacó a latigazos a los mercaderes de la casa de oración, ¡tanta falta que le hace esta aplicación, para entrar por los pasillos del congreso nacional, instituciones castrenses, y hasta el mismos palacio nacional construido hace ya tantos años por Chapita!.

Las devastaciones de Osorio le quedan cortas al saqueo meticulosamente implementado en las arcas públicas, y como el poder repartido cual botín de guerra, sirve de mecanismo compensador y de resistencia, para mantener protegidos al sistema del saqueo y a los captores y usurpadores de la cosa pública, enriquecidos con el dinero público, pero ya convertidos en semidioses, verdaderos intocables por la ética y por la moral.

Los discursos continúan, y ahora queremos volver a la moral y cívica en las escuelas, porque necesitamos doseles, disciplinados y obedientes, para que cuando se les dé una orden, siempre respondan como los esbirros de la tiranía, ordene y mande señor. Y así hay políticos que se atreven a proponer servicio militar obligatorio.

Si porque necesitamos generaciones incapaces de utilizar un juicio crítico, si los formamos desde niños castrados e incapaces de fomentar el cuestionamiento como forma de llegar al verdadero aprendizaje y mucho menos a la verdad de las cosas.

Pero en esa cofradía que quiero contarles hoy entre Aladino y Alibabá, se trata de una salsa que aunque ya vieja, retrotrae el espíritu cautivador de la cogioca denunciada muchas veces por Balaguer, aunque el intentaba protegerse indicando que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho. Sin dudas la misma narrativa del enriquecimiento ilícito y de la impunidad garantizada para la nueva calaña.

Los semidioses de la política, los de ayer, los de hoy y los de siempre, en la mal llamada democracia dominicana, forman casi siempre Gavillas al entrar al poder, engordan hasta más no poder con el dinero público, para garantizar no solo impunidad, sino perpetuidad mediante procesos sucesivos de re elección, con la mismísima compra de elecciones y el poder convertir una gestión, en la era de Aladino o en la era de un nuevo Alibaba con sus 400 forragidos.

Cuando el espíritu de Alibabá llega al poder y roba junto a sus cuatreros hasta no poder más, se asegura de rodearse de los adeptos más corruptos posibles, y al mismo tiempo, con la sabiduría corrupta más avanzada, para con ello, asegurar que siempre le pueda salir lo suyo al gran depredador.

Pero luego del gran saqueo, entonces vienen las magias de las rendiciones de cuentas, el uso de todos los medios posibles, para inyectar información mediatizada, medias verdades, medias mentiras, e intentar describir un país inexistente. La magia de la lámpara de Aladino combinadas con las cuentas nacionales con un excelente makeup.

Esa danza de esa vieja salsa, que trata de evitar lo inevitable, es decir, el quitate tu pa ponerme yo, intenta con la participación de Aladino, un nuevo canto de sirena, que tenga la anestesia suficiente, para dejar en un sueño profundo a la nación y sus supuestos activistas sociales, en los brazos de Morfeo. Promesas y más promesas, explicaciones y narrativas increíbles, y las garras afiladas del devorador prestas para el próximo zarpazo.

Con un buen nombramiento, con una buena pensión, con favores económicos no rechazables, se callan las voces disidentes, se suman al barco de los bucaneros y de los devastadores ejemplarizantes de Osorio, para lograr un saqueo irreversible a la nación.

No solo callan estos falsos luchadores de la patria, sino que también se suman tras bastidores, a cambio de resolver lo único que en el fondo les interesa y les ha interesado siempre, su situación económica particular.

No son la excepción a la muerte de los ideales que ya son hartamente conocidos en occidente. Juventud no garantiza el traer siquiera por los moños una pizca de ética, moral, integridad, rectitud y honestidad en el desempeño público.

La post modernidad se ha encargado de destruir aquellos valores y principios universales, y con ello, dejar el estado nación en manos, de los peores inquilinos cada vez, compitiendo en la misma carrera de ratas, donde siempre los ganadores, son las más grandes roedoras de la nación en cada momento.

Elija usted el camino que más le plazca. Alibabá y Aladino son parte de la comparsa, es más, son los árbitros reales de esta farsa que es nuestro sistema democrático. La partido mafia se impone, sobrevive a toda costa, y acuerda cada diablura que les permita a ellos y sus principales cuadros políticos, sobrevivir a cualquier tempestad y a cualquier precio, y claro, en perjuicio de la nación, aunque con algunas migajas, pero en beneficio de sus bolsillos.

¿Y qué importa que se impongan nuevas cargas para el pueblo dominicano?, a más cargas, más dinero posiblemente a repartir, entre la misma partido mafia, coautora y cómplice, de este baile eterno e infernal, entre Alibaba y Aladino, en esta maravillosa tierra del Caribe.