Paralelismo: de Watergate a Epstein
Un poco más de medio siglo después, los estadounidenses de ven de nuevo envueltos en un escándalo en el que se puede ver implicado su presidente y deben decidir entre creer a Donald Trump o no. Richard Nixon acusó a la prensa de publicar mentiras y terminó obligado a renunciar
Richard Nixon fue un presidente con grandes éxitos para Estados Unidos en política exterior, con acercamiento a la Unión Soviética y China, creó una agencia de protección ambiental y estaba en la Casa Blanca cuando el hombre llegó a la Luna en 1969. Ganó la elección presidencial en 1968 y fue reelegido en 1972, con una sólida aceptación. Dos años después, renunciaba avergonzado por encubrir, con una serie de mentiras, el llamado “escándalo de Watergate”.
Su estrategia, aun cuando veía que se estaba hundiendo, fue negar, manipular y desviar. Nixon no ordenó directamente el allanamiento al cuartel demócrata en el complejo Watergate –por eso el nombre del escándalo–, pero cuando supo del hecho optó por proteger a los culpables y utilizó al Departamento de Justicia, el FBI, la CIA y a sus hombres más cercanos para encubrir lo sucedido.
El escándalo se volvió una pesadilla que estaba presente en sus declaraciones, discursos y conferencias de prensa, pero no se daba cuenta de que él mismo estaba construyendo una telaraña en la que podía quedar atrapado. La obstrucción a la justicia fue su ruina. No por el crimen, sino por lasmentiras continuadas.
Tuvo que renunciar el 8 de agosto de 1974, cuando un juicio político –impeachment– avanzaba en el Congreso para destituirlo.
Cabe destacar que la prensa jugó un papel importante a lo largo de escándalo, principalmente los diarios Washington Post y New York Times, que una y otra vez publicaban investigaciones que apuntaban al encubrimiento y evidenciaban los engaños de Nixon, quien no cesaba en acusar a los medios de publicar mentiras… que en realidad eran noticias confirmadas.
La solidez de su apoyo popular se fue debilitando, hasta terminar con un repudio superior al 65%. Aún tenía alguna base sólida de republicanos que le respaldaban.
Hoy a 51 años de la caída de Nixon por el “escándalo de Watergate”, surge un nuevo escándalo en aquel país, esta vez por todo lo que gira en torno a un personaje oscuro –traficante sexual y explotador de menores–, Jeffrey Epstein, multimillonario que murió en condiciones extrañas cuando cumplía una pena por sus delitos. Las autoridades concluyeron que se suicidó, algo que indirectamente beneficiaba a muchos de sus poderosos amigos con los que compartía gustos sexuales.
Las actividades de Epstein cobran relevancia desde que se sabe de nombres de amigos muy famosos, entre ellos el expresidente Bill Clinton, el príncipe Andrés de Inglaterra y otros magnates y hombres públicos… entre ellos, Donald Trump.
Hay que hacer la salvedad que el “escándalo Epstein” ya ha estado presente en la vida política de Trump, pero hasta ahora parecía salir indemne, hasta que una frase de su exasesor, examigo y compañero de campaña, el magnate Elon Musk, lo ubicó como alguien mencionado en lo que se conoce como “los archivos de Epstein”, es decir en investigaciones realizadas antes, durante y después de la muerte del millonario traficante sexual.
Como Musk mismo lo anticipó en su publicación en la red social X, su denuncia se ha convertido en una bomba para la administración republicana y para el movimiento trumpista llamado “Make America Great Again” ( MAGA ), que ahora se debate entre creerle o no a su líder supremo, quien se defiende calificando las noticias que publica la prensa y le afectan a él, como “fake news”, frase que hace recordar lo que decía Nixon de los periodistas y medios en aquella época.
Trump mantiene una narrativa en la que se presenta como víctima –Nixon lo hizo– y tiene declaraciones ambiguas sobre la amistad que tuvo con Epstein, aunque –asegura– no sabía a lo que se dedicaba.
Todavía es temprano para adelantar lo que pueda suceder en los próximas semanas o meses en torno a este nuevo escándalo que impacta en la Casa Blanca. Watergate se mantuvo vigente por dos años, aunque debo reconocer que aquel periodismo es diferente al que vemos ahora.
El Washington Post, que fue el que más descubrió de aquel escándalo, es ahora un diario pro Trump. Sin embargo, hemos visto que el conservador Wall Street Journal no se ha arrugado y ha publicado lo que parece ser el inicio del destape de la posible obstrucción. Publicó que Trump ya fue informado por su propia gente de que su nombre aparece varias veces en los archivos de Epstein. Trump lo niega enfáticamente.
Nixon utilizó la también la estrategia de desviar la atención de la opinión pública. La casa Blanca recurre a la misma estrategia y trata de poner los ojos sobre el expresidente Barack Obama, al que ahora acusa de instigar la “mentira” de que Rusia apoyó a Trump en su primera victoria electoral ante Hillary Clinton.
El lenguaje fue el arma de Nixon durante largo tiempo. Negó, acusó, apeló a los buenos americanos y exacerbó el temor al comunismo. No extrañe ahora que se repita la negación y se apele a quienes piensan estilo MAGA. Nixon intentó controlar los pasos de la justicia y Trump lo imita… ¿cuál será el resultado final?

