El panorama político nacional ante el aguántate ahí, de Abinader
Con la decisión del presidente Abinader de no buscar un tercer período, al cual estaba imposibilitado por la Constitución de 2015 con la que ascendió al poder, el panorama político dominicano incorporó una variable importante que define una coyuntura extendida: durante ella, la presidencia disfruta y hereda a sus sucesores un lapso cómodo para ejercer el gobierno, carente de las anteriormente obstructivas y persistentes fuentes de conflicto derivadas de las competencias internas, nacionales, y sus desbordamientos.
Confiado en su partido, el presidente toleró hasta hace poco las aspiraciones presidenciales de sus funcionarios. Sin embargo, y simultáneamente, el ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Franklin García Fermín, recorría el país con la misión de alinear la organización para las próximas funciones escogidas por el presidente, o que les desean asignar.
García Fermín, con cualidades políticas y gerenciales sobradas, similares a las de otros funcionarios y, también, superiores a las de algunos, está yendo de la frontera a Higüey y de Puerto Plata a Santo Domingo comunicando a los PRMistas que el presidente debe fungir como árbitro por excelencia en el próximo certamen convencional interno.
Al amparo de la Ley Electoral y de Partidos Políticos vigente, ese proceso debe elegir los candidatos partidarios del 2024, para lo cual será convocado por los organismos internos competentes.
Hay quienes, sin embargo, tienen prisa: juventudes animosas, y los de edad avanzada que temen que los días se les pasen.
Así, algunos funcionarios del PRM en el gobierno, se lanzaron a la captación de simpatías con nada más y nada menos que tres años por delante. Como el presidente está mirando los numeritos y analizando los indicadores de desempeño del gobierno, teme que su gente se está distrayendo en aspiraciones a las que, aunque les asiste el derecho, tienen la connotación abrasiva de lo inoportuno y de lo incierto.
Algunos en el interior del PRM han acumulado gran experiencia en promover candidaturas, propias o ajenas, que saben que no tienen el mínimo interés de ganar algo sino dinero. Otros desean construir una relevancia que les garantice mayor supervivencia en la política, especialmente en una organización tan característica como el PRM, donde la meritocracia no es factor acreditante ni deriva del trabajo o calidad de las personas; sí de las relaciones de parentesco, como definió Claude Lévi-Strauss.
Aunque en todo el mundo esas relaciones definen las redes de las relaciones —en los negocios, la política y cualquier actividad humana que necesite de personas—, en el PRM son particularmente sensibles a propiciar desempeños y tejemanejes que ignoran los aportes de militantes esforzados y sus contribuciones.
Así las cosas, y siendo obvio que el gobierno no desea que el país ingrese a las competencias que, con la modificación constitucional, se propuso contener, incluso la propia, el presidente ha bajado línea y ahora todo el mundo debe andar en su carril. Sin embargo, sorprende que, apenas a los pocos días, algunos funcionarios ya estaban publicándose en las redes sociales, realizando eventos…
Funcionarios PRMistas desentendidos de cumplir lo que el presidente les ordenó directamente: concentrarse en satisfacer las necesidades de la gente.

