figuras de este mundo
Clamar día y noche
En una ciudad existía un juez que ni temía a Dios ni a los hombres; era un hombre malo y rabioso, que actuaba según su capricho. Una viuda que tenía un pleito acudía todos los días a él y pedía justicia contra su adversario. Y por más que la razón estuviera de parte de ella, el juez siempre la rechazaba y no quería atenderla. Pero la viuda soportaba en paz aquel reiterado repudio y no cejaba en su reclamo empecinado. Al fin, el juez, para alejar a esa mujer, que de tanto tiempo atrás le traía loco con sus ruegos insistentes, pensó: “Como esta viuda no deja de molestarme, le haré justicia, para que no siga viniendo y agote mi paciencia”. A seguidas dictó la sentencia y la mandó en paz.
El Maestro añade: “Oíd lo que dijo el juez injusto. Pues bien, ¿acaso Dios (que es justo) no hará justicia a sus escogidos que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia”.