Santo Tomás de Aquino: un faro de sabiduría para los desafíos del presente

En un mundo marcado por el relativismo, la confusión ética y la fragmentación del pensamiento, el legado de Santo Tomás de Aquino (1225–1274), ofrece una brújula luminosa para orientarnos. Teólogo, filósofo y doctor de la Iglesia, quien armonizó razón y fe, naturaleza y gracia, verdad revelada y verdad descubierta por la inteligencia humana. Hoy, sus principios siguen siendo fundamentales para pensar críticamente, actuar con justicia y vivir con plenitud moral.

Para Tomás de Aquino, la verdad es la conformidad de la mente con la realidad: veritas est adaequatio rei et intellectus. Esta definición desafía las corrientes actuales del subjetivismo que disuelve toda verdad en opiniones. Aquino nos enseña que conocer la verdad no es una imposición, sino un camino de libertad. En tiempos donde las fake news y la manipulación informativa erosionan la confianza social, su pensamiento nos llama a buscar con humildad y rigor la verdad de las cosas, especialmente en los ámbitos: ético, científico y político.

Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles y la revelación cristiana, afirmó que el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma, creado a imagen de Dios, dotado de inteligencia y voluntad libre. Esta visión sostiene hoy los fundamentos de los derechos humanos: el respeto por la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y el valor de toda persona más allá de su utilidad o productividad. En un contexto global donde muchas vidas son descartadas, Tomás propone una antropología que dignifica y promueve el bien común.

Uno de los grandes aportes de Tomás es su teoría de la ley natural. Según él, en el corazón del ser humano hay una ley inscrita por Dios que le permite distinguir el bien del mal, y actuar conforme a su naturaleza racional y social. Esta ley no se impone desde fuera, sino que es descubierta por la razón. En un mundo pluralista, esta idea permite el diálogo ético entre culturas y religiones, y sustenta principios universales como: la justicia, la paz y la solidaridad.

En su obra Summa Theologiae, muestra que la fe no contradice la razón, sino que la eleva. Creer no es renunciar a pensar, sino abrirse a la plenitud de la verdad revelada por Dios. Hoy, frente al cientificismo que descarta lo trascendente, y al fideísmo que desprecia la razón, Tomás s recuerda que pensar bien es un acto de fe en la inteligencia humana y en el orden creado.

Santo Tomás de Aquino no es una figura del pasado, sino un interlocutor necesario para el presente. Su pensamiento es un puente entre tradición y modernidad, entre lo eterno y lo histórico. En la educación, la política, la bioética o la espiritualidad, su sabiduría sigue ofreciendo criterios sólidos para: vivir con sentido, actuar con virtud y construir una sociedad más humana y justa.

"Contempla y da lo contemplado", decía. Hoy más que nunca, su luz nos invita a: pensar con profundidad, amar con verdad y servir con inteligencia.

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