colaboración
La amenaza invisible del diésel de RD
En República Dominicana, hablar de combustibles es hablar de medioambiente, de economía y de futuro. Sin embargo, aún no hemos asumido con la seriedad necesaria lo que implica tener combustibles contaminantes y una infraestructura de refinación obsoleta.
Aunque en los últimos años se han dado pasos importantes en la mejora de la gasolina, tanto premium como regular, en términos de su octanaje, el caso del diésel sigue siendo alarmante. Hoy en día, la normativa nacional NORDOM 415 permite que el diésel regular contenga hasta 7,500 partículas por millón (ppm) de azufre, una cifra 15 veces más alta que la permitida en los países más permisivos de América Latina, donde el límite es de 500 ppm. Si miramos hacia países como Estados Unidos, Brasil o los miembros de la Unión Europea, el estándar es de 10 ppm. Es decir, nuestro diésel tiene una carga de azufre 750 veces mayor que en las naciones desarrolladas.
¿Y por qué esto debería preocuparnos a todos? Porque el alto contenido de azufre no solo contamina el aire que respiramos, sino que multiplica la producción de gases altamente dañinos como los óxidos de nitrógeno (NOx), los cuales penetran directamente en los pulmones y están asociados a enfermedades respiratorias crónicas, cardiovasculares y hasta cáncer. Además, estos compuestos contribuyen a la formación de lluvia ácida, que deteriora suelos, ríos, montañas y playas, afectando directamente nuestra agricultura y biodiversidad, y, por tanto, también al turismo.
Un estudio realizado en 2016 por las Naciones Unidas estimó que ese año más de 1,000 dominicanos murieron por causas relacionadas con la contaminación del sector transporte. Las enfermedades provocadas por la mala calidad del aire generaron un impacto económico de más de 1,100 millones de dólares, y se proyectó que, si modernizáramos nuestra refinería y exigiéramos motores más limpios, el país podría ahorrarse más de 2,800 millones de dólares en costos de salud y productividad.
Es una realidad que nuestro país no cuenta con la tecnología necesaria para producir combustibles más limpios. Pero en lugar de adaptar nuestras normas a esa limitación, deberíamos estar haciendo todo lo contrario, adaptar nuestras infraestructuras y políticas públicas para proteger la vida de los dominicanos.
El Instituto Dominicano de la Calidad (INDOCAL) ha propuesto reducir el límite de azufre a 2,500 ppm. Aunque es una mejora, sigue siendo cinco veces peor que el peor de nuestros vecinos. Esto no es suficiente.
Lo que necesitamos no es una reducción tímida, sino un cambio estructural, ambicioso y urgente. Un verdadero compromiso por parte de las autoridades para crear un equipo multidisciplinario que investigue, proponga y supervise un proceso de transformación que nos permita respirar un aire más limpio, competir de tú a tú con países responsables, y, lo más importante, salvar vidas.
Los combustibles sucios no pueden seguir siendo la norma. Porque respirar, sencillamente, no debería costarnos la vida.
Sobre el autor: Ingeniero Industrial de carrera y experto automotriz de profesión. Cuenta con certificados de controles de calidad y certificaciones de fabricantes de vehículos. Dentro de su amplia experiencia ha visitado plantas de fabricación de vehículos, camiones, llantas y los laboratorios de control de calidad de estos. Dicha experiencia ha sido en los países de Japón, China y Brasil.
