sin paños tibios
Certezas que arden
A pesar de las tensiones de la Guerra Fría, el sistema de Derecho Internacional Público construido tras la Segunda Guerra Mundial funcionó; no sólo por el nivel de madurez y entendimiento de los líderes de entonces, sino también por la comprensión de que, a diferencia de todos los conflictos anteriores, en una guerra nuclear no habría ganadores.
El entramado de derecho público, los instrumentos, acuerdos y convenciones, sirvieron como dique de contención de las apetencias de las potencias; y, aunque se daban golpes de mano a ambos lados de la Cortina de Hierro, el imperialismo siempre apelaba a un casus belli creíble; y se amparaba en resoluciones de la ONU, OEA, etc.
Verbigracia, aunque crear el vínculo entre los atentados del 11 de septiembre y el régimen de Sadam Hussein era casi imposible, George Bush se tomó la molestia de mandar a Powell a mentir ante la ONU, porque la legitimidad de una intervención militar unilateral sólo se daba a partir del reconocimiento de las demás naciones.
Que Israel esté haciendo una limpieza étnica en Gaza ante los ojos del mundo, no sorprende. El Estado hebreo actúa como el hermano menor que siempre busca problemas en la escuela, porque sabe que, cuando los demás niños molestados lo confronten y amenacen, siempre contará con el hermano mayor para defenderlo e impedir que alguien lo enfrente. Tal cual.
Tampoco sorprende el ataque de Israel contra Irán, para ellos es una necesidad de supervivencia, pues el régimen de los ayatolas niega el derecho de Israel a existir y persigue su destrucción. En esa lógica, es perfectamente entendible el ataque, con o sin el apoyo de un mundo que se horroriza por el carácter unilateral del mismo, pero mira para otro lado frente al accionar de un régimen teocrático, inhumano y salvaje; que niega a las mujeres los derechos más elementales, reduciéndolas a ser un pedazo de carne envueltas en trapos negros.
No. Lo que sorprende es la candidez y euforia conque el presidente Trump tomó como suya una guerra que no era de él; bombardeando sin ningún tipo de excusas, razones o causas, a un país que no ha atacado primero. Con las centrales nucleares ardiendo, también arde el marco jurídico que sostiene el derecho entre las naciones. La caja de pandora ha sido abierta, el demonio anda suelto. Ya no debería pues sorprender que China ataque mañana a Taiwán; ni mucho menos es válido cuestionar la guerra de Ucrania, la anexión de Crimea; ni debería sorprender que Trump invada a Groenlandia, Panamá o Canadá, etc. Ya todo es posible.
En ese camino de la unilateralidad arbitraria que el mundo comienza a recorrer, el imperialismo se ha quitado la careta y no se avergüenza de usar la fuerza bruta… y celebrarlo. Sobre el horizonte se vuelve a ver el humo de las cañoneras.