UN MOMENTO

Heridas a la casa común

La tala descontrolada de árboles y la contaminación de nuestros ríos siguen siendo heridas abiertas en el corazón de nuestra patria. Se trata de un problema ambiental y de una falta grave contra el orden creado por Dios. 

Al destruir bosques y ensuciar las aguas, deterioramos la vida misma y provocamos consecuencias irreversibles. Cada árbol arrancado y cada río envenenado es un llamado urgente a la conversión ecológica. La naturaleza sufre, y junto a ella, también nosotros.

Necesitamos una conciencia nueva, responsable y comprometida, que defienda la creación y valore sus recursos como un regalo divino que debemos cuidar, proteger y legar con amor a los que vienen detrás. Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.

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