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Condecoraciones sin joyas

República Dominicana concede principalmente dos condecoraciones nacionales: la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella y la Orden Heráldica de Cristóbal Colón.

El 24 de febrero de 1931 se estableció la Orden al Mérito Juan Pablo Duarte, la cual cambió de nombre el 9 de septiembre de 1954, para denominarse Orden al Mérito Duarte, Sánchez y Mella. Mientras, el 22 de julio de 1937 se creó la Orden Heráldica de Cristóbal Colón.

En algunas ocasiones, sobre todo en el gobierno de los últimos diez años de Joaquín Balaguer, se acostumbraba a condecorar a las personalidades y dignatarios con joyas prestadas y al final del acto se las quitaban.

Eso sucedía porque las joyas se compraban en Colombia mediante una empresa dominicana llamada “Carlup”, que al parecer aún mantiene esa exclusividad desde antaño, y en esos tiempos para pedirlas requerían el pago previo de las mismas, quedándose el Estado muchas veces sin existencia, por lo que protocolo tenía que acudir a personas a las que se les había impuesto para que las prestaran para la actividad.

A veces se tenía que modificar en el decreto el rango de la condecoración que correspondía al beneficiario, porque de las que se le debía imponer no las conseguíamos ni prestadas.

En otras oportunidades, el embajador Francisco José Nadal Rincón, entonces jefe de protocolo de la Cancillería, se convertía en orfebre, pues el mismo armaba con sus manos las condecoraciones con las joyas de otras. No fueron una ni dos veces que, previo al acto, se estaban desarmando unas para armar la que correspondía.

En algunos casos, la institución que solicitaba la condecoración tenía que mandar a comprarla para su galardonado.

En ocasión de la Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores del BID que se realizó en República Dominicana en 1992, el entonces presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, fue condecorado con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Cruz Placa de Plata, la cual se le impuso en un acto en el Salón de Embajadores del Palacio Nacional. Cuando concluyó la ceremonia, él muy entusiasmado creía que se iba a llevar las joyas como correspondía, pero el entonces encargado del Ceremonial del Poder Ejecutivo, Roberto Blandino, le comunicó que las joyas se las iban a enviar luego porque esas eran prestadas. La cara de sorpresa y descontento del señor Iglesias fue notoria.

En esa oportunidad, como el Banco Central era el anfitrión de la reunión y proponente de la condecoración de Enrique Iglesias, tuvo que comprar las joyas para cumplir con la palabra de enviarla a su destinatario. Desde hace un buen tiempo estas cosas ya no ocurren. La existencia de condecoraciones se mantiene y Cancillería como custodia de las mismas siempre tiene las que se van a otorgar. Aquello quedó atrás, pero hubo momentos en nuestra historia diplomática que condecorábamos sin tener las joyas.