Vivimos en un atraco

Ronald Reagan, uno de los presidentes más influyentes de Estados Unidos, comparó el código fiscal de su país con un “atraco diario”. Aquella metáfora capturó la frustración colectiva y motivó reformas profundas. Entre tú y yo, en la República Dominicana no solo vivimos ese atraco: aquí se ha institucionalizado, y se extiende mucho más allá de los impuestos. Lo vivimos en la salud, en los servicios básicos, en la burocracia… y hasta en la pérdida de la esperanza.

El sistema de salud: burocracia que enferma

Las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS), llamadas a facilitar el acceso a tratamientos médicos, se han convertido en filtros implacables donde prima el ahorro por encima de la vida. A un paciente con cáncer se le negó la autorización para recibir su quimioterapia con internamiento, obligándolo a someterse a un procedimiento ambulatorio, contrario a la indicación médica.

La doctora Ángela Cabreja, presidenta de la Sociedad Dominicana de Oncología, denunció públicamente que algunas ARS están modificando los medicamentos recetados por los oncólogos, imponiendo tratamientos distintos a los indicados. Esta práctica viola el acto médico, compromete la salud del paciente y revela un modelo perverso, donde el criterio clínico queda subordinado a los intereses financieros.

Pagamos por todo, recibimos poco

ITBIS, peajes, arbitrios, facturas y más impuestos. Pagamos como si viviéramos en un país modelo, pero recibimos calles llenas de baches, apagones diarios, aceras sucias y una seguridad frágil. El ciudadano cumple, pero el Estado no responde. Es como pagar por una cena de lujo y que solo nos sirvan el mantel sucio. La indignación crece porque el sacrificio no se traduce en mejoras visibles ni en servicios de calidad.

Impuestos que castigan al pobre y premian al evasor

El sistema fiscal castiga al pequeño y protege al grande. El ITBIS lo paga quien compra comida o productos básicos, mientras otros manejan millones sin rendir cuentas. Según la Dirección General de Impuestos Internos, la evasión del ITBIS supera el 36.7 %, y la del Impuesto sobre la Renta alcanza el 61.89 %. Esa evasión, tolerada en la cúspide, profundiza la desigualdad y perpetúa una estructura injusta que hunde a muchos en la informalidad y la desesperanza.

Corrupción: el atraco silencioso

Cada peso desviado mediante sobreevaluaciones, sobrecostos u órdenes de compra infladas es un robo que rara vez recibe castigo. Las condenas simbólicas y los expedientes que duermen en los tribunales refuerzan la sensación de impunidad. Según la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS), más del 60 % de las leyes dominicanas no se aplica de forma efectiva. Cuando la ley no se cumple, el abuso se convierte en norma y la corrupción, en costumbre.

¿Hasta cuándo?

La paciencia ciudadana está agotada. Trabajamos sin progresar, pagamos sin recibir, denunciamos sin respuesta. No podemos seguir aceptando un sistema que normaliza el atropello, que premia al evasor y castiga al honesto.

Entre tú y yo, ha llegado el momento de exigir. Que el Estado recupere su vocación de servicio, que las instituciones rindan cuentas, y que despertemos como sociedad.

Y si alguien cree que exageramos, basta recordar las palabras de Reagan: “El sistema fiscal se ha convertido en una forma de atraco diario.” En nuestro caso, ese atraco no solo es fiscal. Es también moral, institucional y estructural. Y ya es hora de detenerlo.

joaquinjoga@gmail.com