PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
¿Qué queremos significar al proclamar: “Jesús es Señor”?
Israel tenía tanta reverencia por el nombre de Dios que no lo pronunciaba. Lo representaba por el tetragrama YHWY y al pronunciarlo decía: “adonai”, es decir, “mi Señor”. Durante los siglo II y I antes de Cristo, los judíos de Alejandría tradujeron la Biblia del hebreo al griego. Como la leyenda atribuye la traducción a 70 sabios judíos, esa Biblia se conoce con el nombre de la Biblia de los Setenta y se cita con la abreviatura “LXX”. Cuando los hebreos tradujeron “adonai” al griego, usaron la palabra griega “kyrios” que significa Señor.
Los primeros cristianos vieron a Jesús curar enfermos, acoger a personas excluidas, condenar la hipocresía de las autoridades, perdonar pecados, reinterpretar la ley a partir de su propia autoridad, “han oído que se ha dicho, pero yo les digo,” por ejemplo en Mateo 5, 21 – 22. Oyeron a Jesús relativizar el templo y todo culto a Dios basado en determinado lugar, como alternativa Jesús propuso “adorar a Dios en espíritu y verdad” (Juan 4, 23). Todo esto llevó a Jesús a ser condenado a muerte de cruz por sedicioso y blasfemo.
Luego de la muerte de Jesús, esos mismos discípulos nos narran cómo Jesús les salió encuentro dejándose ver. Esa expresión “dejarse ver” es la misma que la Biblia griega emplea cuando relata los encuentros, por ejemplo, entre Dios y Abraham (Genesis 15, 1 – 21). Jesús también se dejó ver por sus discípulos (Hechos 1, 3 – 14).
Los discípulos llegaron a comprender que Jesús era el único intérprete cualificado de Dios (Juan 1, 18) que, para ser salvos, para llegar a la plenitud que Dios quería para ellos, el único nombre que podía ayudarlos en ese propósito, era y es el de Jesús, es decir, su persona y su mensaje (Hechos 4, 12).
Expresaron la relación entre Jesús y el Padre valiéndose de la Escritura, por ejemplo, el Salmo 110, 1 “dijo el Señor a mi Señor”. Ya sabían que el Padre era “señor,” es decir, divino, y ahora reconocían bajo la inspiración del Espíritu Santo, que también Jesús es “señor”.
El credo reconoce a Jesús como Señor, así lo hizo Pedro: “sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios le ha constituido Señor y Cristo” (Hechos 2, 36).