Cuatro presidentes en la hora de la patria
Ignoro qué resultará de la reunión que al escribir esto sostienen los cuatro dominicanos vivos que la banda tricolor han portado.
Sí, por primera vez en la historia nuestra cuatro nacionales de tal liderazgo tienen la oportunidad de ratificar al país que por encima de cualquier otra condición los define y caracteriza la dominicanidad intrínseca que esperan a todos cincele y en todos lata.
Es una hora retadora. Más allá de la línea fronteriza un enemigo que depreda almas, territorios, ecosistemas, recursos y vidas acecha; constituido en amenaza, desata el mayor riesgo jamás enfrentado desde el siglo XIX.
Seducidos por el vacío de poder y la miseria inhóspita reinantes en Haití a causa de las pobres decisiones, falta de visión y sentido de patria y humanidad de sus pasados gobernantes, unas hordas procuradoras de poder y oportunistas sin alma congregan alrededor de la violencia y del terror a ese lumpemproletariado que de todo carece, excepto del hambre que llevan consigo enriquecida y abundante.
Para quienes nada tienen ni algo tienen que perder no existe canto más valioso que una portentosísima promesa, ilusoria y vacía como los desiertos celestiales de satisfacer penurias tantas.
En los abismos esteparios de sus desoladas almas y de sus irrealizaciones consuetudinarias, falta de oportunidades, carencia de los mendrugos vitales, la esperanza sólo nace del frío mortal que transmiten los gélidos fierros de sus armas.
Ya no estamos desvalidos ni débiles. Ahora somos la fuerza que domina y manda, exclaman. Su voluntad imponen y la vida, sueños, esfuerzos y propiedad de los demás administran, gestionan y arrancan.
Anhelan hacerlo: imponerse. Arrasar hasta las piedras los verdes campos y las vivas vidas del ánimo.
A eso vendrán, tarde que temprano, ¿lo duda alguien?
Reiteramos, no son sólo bandas. Entre ellos, sin al mundo proclamarlo, Somos la oportunidad de restablecer un gobierno haitiano nuestro, exclaman. Y se entronizarán si la comunidad internacional se lo permite, sobre océanos de sangre y de lágrimas.
¿Y qué harán cuando destronen lo que de gobierno en esa nación resta?
¿Se conformarán traficando drogas, armas, mercaderías y personas reducidas a la condición esclava?
Sus ansias de poder de conformidades no sabe. Bajo el domo que lo aloja, alimenta y sacia no encuentra satisfacción su hambruna centenaria. Autocomplaciente, para él sólo sus discursos de crueldad “justificada” bastan.
La República Dominicana ayer empezó a construir una oportunidad de cohesión interna que nunca hizo tanta falta. Cuatro hijos suyos, con diferencias grandes a rastras, ¿pudieron descubrir su identidad mayor, haber nacido, triunfado y enriquecido en esta patria?
Tienen mucho qué perder después de haber ganado tanto. Deben al país permanecer unidos, declarando No pasarán los enemigos; Si ingresan al territorio serán expulsados a rastras.
Aspiro q que la política pueda continuar diciendo: ¡Alto, llegó el momento de la patria!
Y al vehículo que lleva a las autopistas de las seguridades de nuestra gente y territorio ver subiendo unidos y entusiastas, bajo la proclama hoy posible como urgente: ¡Viva, que viva, la República Dominicana, nuestra gloria y nuestra patria!
Ya veremos este hoy mío que también si es mi sueño y mi mañana.