Gracias, Francisco… ¡Hiciste el trabajo!
“Dios no se cansa de perdonar; somos nosotros quienes nos cansamos de pedir misericordia". Papa Francisco.
Hoy, mientras el cielo recibe al Papa Francisco, el mundo entero se detiene en gratitud.
No fue un pontífice de distancias, sino de cercanías; no de tronos, sino de abrazos.
Y aunque sus pies no pisaron tierra quisqueyana, su corazón sí estuvo aquí, en cada palabra de aliento a nuestra Iglesia, en cada llamado a defender a los frágiles y en cada oración que elevó por América Latina.
Francisco soñó con visitarnos.
Lo confesó en sus encuentros con obispos dominicanos y en sus mensajes llenos de afecto hacia esta tierra de Santa María de la Altagracia.
Desde Roma, nos recordó que la fe se vive con "alegría y audacia", como él mismo escribió en Evangelii Gaudium, inspirando a miles en nuestro país a servir con misericordia.
¿Acaso no resonó aquí su voz cuando denunció la "cultura del descarte" o cuando pidió que los jóvenes fueran "protagonistas del cambio"?
Su magisterio llegó a nuestros barrios, a las cárceles donde se abrazan los marginados, a las homilías que repitieron su grito: “¡No a la indiferencia!".
Hoy, mientras lo despedimos con la sencillez que él pidió —sin pompas, "como todo cristiano"—, República Dominicana llora a un padre que, aunque lejano en kilómetros, fue cercano en el espíritu.
Que la “Morenita del Caribe”, a quien él tanto amó desde lejos, lo reciba ahora en su regazo. Y que su legado de ternura y justicia siga vivo en nuestras obras.
Gracias, Francisco. Desde esta isla que te quiso acoger, te decimos: ¡Hiciste el trabajo!
¡Que los santos latinoamericanos te acompañen en el banquete eterno!
Y que, desde el cielo, siga intercediendo por esta tierra que, aunque no pudo visitar, llevó en su oración.
