entre tú y yo
El estoicismo como antídoto contra la violencia
En un país donde la violencia crece, los feminicidios conmocionan, las leyes se ignoran y la delincuencia desborda, quizá lo que más necesitamos no es solo más castigo, sino más conciencia. Entre tú y yo, hay una filosofía antigua que podría ayudarnos a construir una sociedad más serena, justa y respetuosa: el estoicismo.
Nacido en Grecia y madurado en Roma, el estoicismo enseña a vivir con virtud, autocontrol y templanza. Su propuesta es simple pero profunda: no controlamos lo que sucede afuera, pero sí cómo respondemos. No se trata de reprimir las emociones, sino de gobernarlas con razón. Y en una sociedad como la nuestra, dominada por la impulsividad, la intolerancia y el “yo resuelvo como sea”, eso es revolucionario.
Feminicidios: la emoción sin control
Muchos feminicidios en nuestro país siguen un patrón: hombres que no aceptan el rechazo, que confunden amor con posesión, y que reaccionan con violencia cuando sienten que pierden el control. El estoicismo enseña justo lo contrario. Epicteto, antiguo esclavo y luego maestro, decía: “Ninguna persona es libre si no se domina a sí misma.” Un hombre que ha aprendido a aceptar la pérdida, a controlar sus celos, a respetar la dignidad del otro, jamás levanta la mano ni quita la vida.
Delincuencia: deseo sin medida
Gran parte de la delincuencia juvenil nace del deseo desordenado: tener lo que no se ha ganado, aparentar lo que no se es, vivir al ritmo de las redes sociales. Marco Aurelio advertía: “La felicidad está en querer lo que tienes, no en conseguir todo lo que deseas.” Si educáramos a nuestros jóvenes en la virtud del autocontrol, del trabajo y de la humildad, muchos dejarían de arriesgar su vida por un celular o una cadena. El estoicismo no predica pobreza, pero sí riqueza interior.
Irrespeto a la ley: egoísmo sin límites
Vivimos en una cultura donde las normas se ven como obstáculos, no como acuerdos. El que se cuela en una fila, cruza en rojo, tira basura en la calle o evade impuestos actúa como si sus deseos estuvieran por encima del bien común. El estoicismo propone vivir con coherencia, aun cuando nadie mire. “Haz el bien. El resto no es tu asunto”, decía Marco Aurelio. Es ese tipo de carácter —ético, firme, silencioso— el que necesitamos sembrar.
Violencia cotidiana: reacciones sin pausa
Discusiones que terminan en peleas. Conflictos de tránsito que acaban en balaceras. Padres que gritan, jóvenes que se agreden, parejas que se hieren. Todo eso podría evitarse si, como enseñaba Epicteto, aprendiéramos a hacer una pausa entre el impulso y la acción. “No es lo que te pasa, es cómo lo enfrentas.” No somos esclavos de nuestras emociones si aprendemos a gobernarlas.
Entre tú y yo, la República Dominicana necesita más que reformas legales o más cárceles. Necesita una nueva forma de pensar, de convivir y de educar. El estoicismo, lejos de ser una idea antigua, es una herramienta moderna para la paz. Nos recuerda que no hay país posible sin ciudadanos que se gobiernen a sí mismos. Que el verdadero orden comienza en el interior de cada uno. Y que no hace falta poder ni riqueza para empezar a vivir con virtud: basta con decidirlo.
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