ciudadana-mente

¡El pueblo exige respuestas!

La vida, en lo personal y en lo colectivo, nos enfrenta constantemente a situaciones que nos obligan a detenernos, mirar y preguntarnos: ¿Qué está fallando? ¿Qué podemos mejorar? ¿Para qué está pasando esto?

La marcha de este domingo en Friusa no debe verse como un ataque político ni como un acto de rebeldía irracional. Es la expresión de una población que ya

no puede tolerar la falta de orden y legalidad. Un pueblo que exige control migratorio efectivo y una gestión responsable de la crisis fronteriza. No es un

ataque al gobierno, sino un llamado a que cumpla con su deber de proteger la soberanía nacional y garantizar la estabilidad del país.

La realidad es innegable. No hace falta describir el estado en que se encuentra la República Dominicana a causa de una migración desbordada y fuera de

control. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Cuando comunidades enteras sienten que su seguridad, su economía y su cultura están en riesgo,

cuando la ilegalidad se vuelve norma y el miedo se normaliza, es momento de actuar con determinación. No se trata de reprimir el reclamo ciudadano, sino de enfrentar con seriedad un problema que amenaza la estabilidad del país.

El gobierno tiene ante sí una gran oportunidad. El propio Director General de Migración ha admitido la existencia de redes criminales que facilitan el ingreso irregular de ciudadanos haitianos. Si el Estado reconoce este problema, la sociedad también tiene derecho a exigir soluciones concretas. Es el momento de desmantelar esas estructuras mafiosas, de hacer cumplir la ley sin tibiezas y

de reafirmar el control de nuestras fronteras. No desde el odio ni la discriminación, sino desde la responsabilidad y el compromiso con la nación.

El liderazgo se mide en la capacidad de escuchar sin ofenderse, de corregir sin evadir y de gobernar con firmeza. Friusa no gritó por odio; gritó por

supervivencia. Y ese clamor merece atención, respeto y respuestas. Lo que no se atiende, se desborda. Y ya hemos visto demasiadas señales de advertencia como para seguir ignorándolas.

En la historia de las naciones, la defensa de la soberanía ha sido siempre una prioridad innegociable. Estados Unidos, en plena Segunda Guerra Mundial, entendió que para salir victorioso debía “perderle el miedo al miedo”. La

República Dominicana necesita hoy esa misma determinación. Debemos actuar con valentía para frenar el caos migratorio que algunos sectores, dentro y fuera del país, pretenden minimizar con manipulaciones y discursos

engañosos. La soberanía no se negocia, se protege. Y para ello se requiere acción firme por parte de la ciudadanía y de las autoridades.

Esta marcha debe ser un llamado de alerta. No por lo que se dijo, sino por lo que representa. Estamos ante una emergencia nacional, pero también frente a

una crisis de irresponsabilidad en la gestión del problema migratorio. Es momento de reenfocar prioridades. No es tiempo de excusas ni de dilaciones.

Es tiempo de aplicar la ley, de garantizar el orden y de preservar nuestra identidad.

Que esta marcha no se diluya en la rutina del lunes. Que no se desestime como una protesta pasajera. Es, en esencia, un pedido urgente de acción. Y si

se atiende con seriedad, puede ser el punto de partida para un cambio real.

Porque al final, la tarea pendiente no es solo del gobierno: es de todos. Pero quien dirige, debe liderar con ejemplo y determinación.

Hoy más que nunca, se necesita una ciudadanía activa, consciente y dispuesta a defender lo que le pertenece. Que no calle, que no ceda y que nunca, jamás, se acostumbre al desorden

Tags relacionados