Tiempos de audacia, creatividad y sinodalidad
Los salesianos de Don Bosco, a partir de la segunda mitad del mes de febrero hasta los primeros diez días del mes de abril hemos estado reunidos, en Turín, Italia, en un proceso de discernimiento que denominamos: Capítulo General, para elegir el Rector Mayor, el Consejo general y analizar temas de interés.
Unos 225 salesianos de todo el mundo, disciernen la nueva realidad cultural, a fin de tomar decisiones proféticas iluminadas por la esperanza para servir a los jóvenes. Dicha tarea exige que el salesiano sea un “místico de las relaciones” y la Congregación Salesiana se constituya en un “signo de unidad y de sinodalidad dentro de su diversidad”.
La meta de la Sociedad Salesiana no es preservar el pasado. Si vuelve a las fuentes será para mantener vivo el fuego del carisma de fundacional, pero su objeto jamás será conservar el statu quo en la misión juvenil para responder las interrogantes y los desafíos de la actualidad.
Los salesianos tampoco somos el monumento de lo que fue; nunca alimentamos el recuerdo y la nostalgia del pasado porque sólo conduciría a la pasividad y al pesimismo poco acordes con el sentido pascual del carisma salesiano que inspira y mueve a la Familia salesiana.
Además, quien está movido por la alegría pascual no se dedica a sobrevivir. La supervivencia solo conduce a la resignación y a la inercia, nunca a la audacia y a la creatividad.
“Resignarse” puede parecer una virtud santa y necesaria hoy, pero también encierra no poca comodidad y cobardía. Lo más sencillo sería cerrar los ojos y no hacer nada.
Sin embargo, hay mucho que hacer. Tampoco el primer propósito será configurar el futuro tratando de imaginar cómo habrá de ser la Sociedad Salesiana en una época que nosotros no conoceremos. Propiamente, nadie tiene una receta para el futuro. Sólo sabemos que el futuro se está gestando en el presente.
Lo que se nos pide a los salesianos, por decirlo con palabras del evangelio de Juan, es “permanecer” en Cristo y “dar fruto”, sin dejarnos atrapar por la nostalgia del pasado ni por la incertidumbre del futuro. Pero, no hemos de caer en la impaciencia y el nerviosismo estéril buscando “hacer algo” como sea, de forma apresurada y sin discernimiento. Hemos elegido un superior que anima y gobierna con espíritu sinodal, que promueve la corresponsabilidad y la participación a todos los niveles para responder a la interculturalidad: junto a salesianos valientes y proféticos, sin miedo a los cambios, respondiendo a las necesidades de la juventud e inculturando el Evangelio y el carisma salesiano.
Hemos elegido como Rector Mayor a un maltés, P. Fabio Attard, con identidad carismática salesiana, un hombre de comunión y de trabajo en equipo, un padre de esperanza y profecía.
Jamás será el instinto de conservación quien nos guie, sino el Espíritu del Resucitado y el carisma de Don Bosco. Nunca hay que perderse en lamentaciones estériles. Lo decisivo es enraizar la vida en Cristo, despertar la creatividad y los frutos del Espíritu.