De Camps al MINERD y el futuro laboral
La educación debe ser el motor que impulse a las nuevas generaciones hacia un empleo digno, estable y bien remunerado. Pero no es solo eso. También es el cimiento de una sociedad crítica, innovadora y capaz de enfrentar los retos del futuro. Han pasado quince años desde que la sociedad dominicana reclamó con firmeza el 4% del PIB para la educación, con la esperanza de que ese esfuerzo se tradujera en mejores oportunidades laborales. Sin embargo, la realidad sigue mostrando un desfase entre la formación académica y las demandas del mercado. Mientras miles de graduados ven frustradas sus expectativas, el país enfrenta una escasez de técnicos en sectores clave. En este contexto, la política educativa no puede reducirse a una simple distribución de títulos, sino que debe convertirse en una estrategia clara para garantizar empleabilidad y progreso real.
La recién anunciada fusión del Ministerio de Educación (Minerd) y el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt), junto con la designación de Luis Miguel De Camps al frente de ambos, plantea una oportunidad única para transformar el sistema educativo y alinearlo con las demandas del mercado laboral. Quien fuera Ministro de Trabajo por más de cuatro años hasta febrero de 2025 no proviene del ámbito educativo tradicional, pero aporta una visión fresca y práctica. Su experiencia en políticas laborales y su conocimiento del empleo dominicano podrían ser claves para priorizar la educación técnico-profesional, un enfoque que ha demostrado ser efectivo en países desarrollados para generar oportunidades reales.
Japón y Corea del Sur han utilizado la educación técnica como pilar de sus economías. Japón forma expertos en robótica y automoción en instituciones como el Instituto de Tecnología de Tokio, mientras que las "Meister Schools" surcoreanas logran un 90% de empleabilidad en tecnología y manufactura. En Europa, Alemania destaca con su sistema dual, que integra teoría y práctica en empresas, asegurando empleo inmediato al 70% de sus graduados técnicos en áreas como mecánica e informática. Estos modelos contrastan con la realidad dominicana, donde el Estado sigue absorbiendo profesionales de carreras tradicionales—como derecho o administración— en empleos que funcionan como subsidios implícitos, mientras sectores como turismo, tecnología y aviación enfrentan una escasez alarmante de técnicos calificados.
La fusión Minerd-Mescyt, impulsada por el gobierno de Luis Abinader, busca optimizar recursos y unificar la educación preuniversitaria y superior. Aquí, el nuevo ministro enfrenta un desafío y una ventaja: su trayectoria le permite entender que la demanda de habilidades prácticas supera con creces la oferta local. En República Dominicana, el turismo representa el 15% del PIB y la industria tecnológica sigue en expansión, pero la educación sigue anclada en un modelo que prioriza los títulos tradicionales. Esto condena a miles de jóvenes a la frustración de obtener un título sin encontrar empleo acorde, mientras las empresas buscan en vano técnicos en mecánica, aviación o programación.
La llegada de esta nueva gestión y la fusión ministerial representan una coyuntura ideal para impulsar la creación de institutos técnicos de alto nivel, integrar la formación práctica en el currículo y desmontar el prejuicio contra las carreras técnicas. Si logra alinear la educación con el mercado laboral, como se hizo en el Ministerio de Trabajo promoviendo el empleo formal, República Dominicana podría finalmente superar la paradoja de tener graduados desempleados mientras sectores estratégicos carecen de personal calificado. La educación no puede seguir siendo un simple pretexto de campaña ni un mecanismo de clientelismo político; debe convertirse en la vía real para el progreso y el bienestar del país.